Joven sentado parque2

Alfonso y Efrén eran dos amigos entrañables desde que se conocieron en la escuela primaria. Los dos vivían en el mismo barrio. Juntos pasaron a la secundaria y por tanto crecieron y se hicieron jóvenes. El uno conocía todos los secretos del otro, inclusive, cuando cada uno consiguió su primera novia. Cuando ya ingresaron a la universidad, emprendieron el estudio en  carreras diferentes; sin embargo, su amistad continuaba muy sólida.

Llegó el tiempo en que culminaron sus  estudios universitarios. Alfonso había aplicado a una beca de la O.E.A. para continuar sus estudios en Los Estados Unidos. Cuando llegó el día del viaje, alistó sus pocas cosas, se despidió de sus padres y salió en busca de Efrén para también despedirse.

_Hola, Alfonso. Es la hora del viaje?

_Si, así es. Quisiera despedirme de tu madre. Tu padre estará trabajando, me imagino.

_Si, sigue. Eh! Bonita gorra.

_Me la regaló mi padre. La trajo de Rusia –Se sentó en la sala y colocó su gorra en la butaca del lado-

Angelina, la madre de Efrén, salió a despedir a Alfonso a quien consideraba como otro hijo.

_Hijo, te deseo muchos éxitos. Recuerda que ésta será siempre tu casa. Este… bueno, ésta o la que compremos, pues ya tenemos un negocio hablado. Queremos cambiar de sitio. –Le propinó un estrecho abrazo-. Tres años se pasan volando.

_Nos vemos cuando regreses. –Dijo Efrén- Es más, encontrémonos en el “Parque Caldas”, digamos… haciendo cuentas, creo que para el 9 de agosto a las tres de la tarde, dentro de tres años, ya habrás llegado.

_Ja ja. ¡Que cita tan anticipada! Pero, si, a mediados de julio estaré terminando mis estudios. Luego, ya serán papeleos. Entonces, hasta ese día. –Se dieron un fuerte abrazo-

 

Alfonso tomó su pequeña maleta y salió, seguido por Efrén y Angelina. Tomó un taxi rumbo al aeropuerto. Hora y media después, el avión estaba tomando altura. Fue en ese momento cuando recordó su gorra.

_Ah! Qué embarrada. Dejé la gorra! Bueno, espero que me la guarde.

El envío de una sola carta desde Estados Unidos a Colombia y viceversa, era demasiado costoso, así que no habría forma de comunicarse. Lo haría muy de vez en cuando sólo con sus padres.

 

Los abuelos y sus acertados dichos: No hay plazo que no se cumpla… Y el plazo se cumplió. Alfonso Estaba nuevamente en su adorada “Ciudad Blanca”.

El nueve de agosto, salió a encontrarse con su gran amigo Efrén. Iba muy contento disfrutando del viento de verano y la brisa que producían las ramas de los árboles al mecerse. Todo le parecía hermoso. Llegó al parque y buscó con la mirada por el centro del “Parque Caldas”. Había bastante gente paseando, niños corriendo, parejas de enamorados, etc. Al fin lo descubrió a unos cuantos metros. Estaba sentado en una de las bancas. Alfonso levantó la mano y la movió de lado a lado para captar la atención de su amigo, mientras se acercaba a él. Mas, éste, miraba una hoja de papel,  distraído. Cuando Alfonso estuvo más cerca, se dio cuenta de algo que había en la banca, a su lado:

_Este Efrén! Tan correcto como siempre. No puedo creer que haya traído mi gorra. Hasta me había olvidado de ella.

En ese instante, pasó un grupo de turistas siguiendo a la hermosa guía. Alfonso se abrió paso y llegó hasta la banca, sólo que su amigo ya no estaba allí. Había dejado la gorra. La tomó y empezó nuevamente a buscarlo. Esperó por casi hora y media. No llegó. Con tristeza se fue a su casa. Al llegar, su madre le preguntó:

_¿En dónde estuviste, hijo? ¿Te preocupa algo?

_Salí a encontrarme con Efrén. Teníamos una cita concertada hace tres años para hoy a las tres. Alcancé a verlo sentado en una banca, pero había mucho turista y cuando pude llegar hasta allí, ya no estaba. Me dejó esta gorra que se me quedó en su casa cuando fui a despedirme de él y de sus padres. –La madre lo miraba con el ceño fruncido-.

_¿Dices que lo viste sentado y que tenía esta gorra a su lado?

_Así fue.

_¡Imposible! ¡Efrén murió dos años después de tu viaje!

_ ¡Cómo así! ¿Estás segura?

_Por supuesto. Tuvo un accidente automovilístico. Con tu padre fuimos al funeral. No quisimos contarte la noticia para evitar que sufrieras.

_Entonces, ¿quién llevó la gorra?

_¿Estás seguro de que es esa y no una parecida?

_Mira la dedicatoria y la firma de mi padre en su interior.

_¡Qué raro! Esas son las cosas que no tienen explicación.

FIN

Autor: Hugo Hernán Galeano Realpe. Derechos reservados.