Habían pasado pocos días desde que la familia se hubiera mudado a aquella casa. Ernesto llegó cansado después de una jornada larga de trabajo. Al parecer, ni sus padres ni su hermana habían llegado aún. Entró a su alcoba y, después de quitarse la chaqueta y los zapatos, se extendió en la cama cuan largo era. No se molestó en encender la lámpara de la mesita de noche, a pesar de que ya la tarde moría. La habitación quedaba semi-alumbrada con la luz de la calle. Entrecruzó los dedos de sus manos justo encima del estómago y cerró los ojos. No escuchó la llave ni en la reja, ni en la puerta de acceso a la casa. Se dio cuenta de la llegada de su hermana justo cuando ella entró en su alcoba. Esperó el saludo de “Hola” que no llegó. Solamente se recostó al lado de él sin decir palabra alguna. El joven levantó una de sus manos y volviéndose un poco hacia ella, le acarició los cabellos con ternura. Los dos se querían mucho y se contaban todas sus cosas sin excepción. De pronto, ella rompió el silencio con algo que lo dejó paralizado:
_Estoy embarazada. –Comentó-
_Qué?
No respondió. Permaneció en silencio unos instantes y rompió en sollozos.
_Tranquila. No te pongas así. Es tu vida. Ya casi eres mayor de edad, y me imagino que tu novio se hará cargo del asunto. Por parte de nuestros padres, te aseguro que sabrán entender.
_Ese desgraciado no quiere saber nada de mí y dice que seguramente el hijo que espero no es suyo!
_En ese caso tendré que hablar con él muy seriamente.
En ese instante, alguien corrió el pasador de la reja del antejardín. Seguramente eran sus padres.
_Creo que lo mejor es hablar con ellos de una vez, te parece? –Preguntó girando y apoyándose en el codo; más quedó totalmente asombrado al darse cuenta de que a su lado no había nadie! Inmediatamente se puso de piés y encendió la luz al momento en que su hermana entraba en la alcoba sonriéndole alegremente como siempre.
_Hola, hermano!… Qué te pasa? Parece como si hubieras visto un fantasma!
_Pues aunque no lo creas, fue algo muy parecido. –Le contó detalladamente lo ocurrido.
_Jajaja. Seguramente estabas tan cansado que te dormiste y lo soñaste. Qué tal yo embarazada!
_Pues, si me dormí, es el sueño más real que he tenido en mi vida.
Un rato después llegaron los padres y Dayra los recibió con el comentario de su supuesto embarazo:
_Cómo les parece que Ernesto soñó que estaba embarazada! Ja ja.
_Ni se te ocurra, mi amor! –Dijo Anselmo, su padre-
_Realmente no fue exactamente un sueño. Bueno, no sé cómo explicarlo.
_Si no fue un sueño, entonces qué fue? –Preguntó su madre-
_Es que fue algo tan real! –Y nuevamente les relató lo sucedido-
_Yo prefiero creer que se trató de un sueño.
_Es que no pudo ser nada más.
Cenaron, comentaron otras cosas del día y, al finalizar, Anselmo sugirió:
_Creo que debemos ir a acostarnos, mis amores.
Todos se fueron a sus respectivas alcobas.
Sería ya la media noche cuando Doña Elsy, la madre, se levantó con deseos de ir al baño, el único que había en aquella casa, y que estaba ubicado en el primer piso, exactamente entre las alcobas de sus dos hijos y en frente de la sala-comedor. Encendió la luz de las escaleras y el pasillo y bajó. Mientras lo hacía, le llamó la atención el llanto que salía precisamente del cuarto de baño. No cabía duda de que se trataba de su hija. Antes de decir o hacer algo, pegó el oído a la puerta. Efectivamente el amargo llanto provenía de allí. En segundos, miles de cosas pasaron por su imaginación para terminar en una. Era cierto lo del embarazo de su hija y con el comentario de sus hijos la estaban preparando? Lo mejor era cerciorarse. Tocó suavemente la puerta al tiempo que hacía girar el pomo; mas, para su sorpresa, la luz estaba apagada. La encendió para encontrar que el sitio estaba totalmente vacío. Entonces giró a mirar la puerta de la alcoba de su hija y con paso acelerado llegó hasta allí y entró. Ce acercó hasta la mesita de noche y encendió la lámpara para comprobar que su hija dormía plácidamente.
_”Entonces…Quién estaba en el baño? –La piel de los brazos y en general, de todo el cuerpo se le tornó en piel de gallina. El susto que sintió fue tan intenso que sin apagar las luces subió a su alcoba y despertó a su esposo-
_Anselmo! Despierta!
_Qué… pasa!
_Ven, Por favor acompáñame al baño! Tengo miedo de ir sola.
A regañadientes descubrió las cobijas y salió con su mujer.
_Me extraña que a tu edad sientas miedo.
_Lo que sucede es que al bajar las escaleras escuché que alguien lloraba en el baño. Apegué el oído; el llanto era de una niña y creí que era nuestra hija. La luz se filtraba por debajo de la puerta; sin embargo al abrirla, estaba oscuro, aunque alcancé a ver la silueta de una joven sentada. Accioné el interruptor y para mi amarga sorpresa el baño estaba vacío. Entré al cuarto y la niña dormía muy tranquila.
_Alguna explicación debe haber. Entra y yo te espero.
Un momento después, subieron a dormir.
Dos días después, Anselmo salió de trabajar un poco antes de la hora habitual y se dirigió a su casa. Entró a la cocina, se sirvió un tinto y lo calentó en el microondas. Se dirigió hasta la sala y se sentó a saborear lentamente su deliciosa bebida. Al terminar, colocó la taza en la mesa de centro. Fue en ese instante cuando miró a la joven cruzar desde la alcoba de Ernesto hasta la cocina sin voltear a mirar.
_Hola, hija. No sabía que habías llegado! –Dijo, levantándose para ir a saludarla. No obtuvo respuesta-
Caminó hasta la cocina, mas allí no encontró a nadie.
_”Qué extraño! Sería que salió al patio?” –Abrió la puerta y se asomó sin que su hija apareciera por ningún lado. Regresó a la sala y se sentó pensativo a esperar que llegara el resto de la familia. No tenía ninguna explicación qué dar al suceso. Poco después hija y madre llegaron juntas.
_Qué bueno que hayan llegado! –Se saludaron y tomaron asiento-
_Y ese recibimiento? Parece como si hubieras estado ansioso de nuestra llegada.
_No les voy a negar que estoy un poco extrañado por algo que acaba de suceder y que no le hallo explicación alguna.
_Qué pasó?
Anselmo les contó lo sucedido.
_Es la tercera vez que sucede algo inusual en esta casa. Primero lo de mi hermano, luego el llanto que escuchó mamá en el baño y ahora esto. –Comentó Dayra-
_No quiero ni pensar que en la casa haya fantasmas o algo por el estilo.
_Bueno, Yo soy un hombre serio y nunca he creído en fantasmas, pero algo raro si está pasando.
Esa noche, Ernesto llegó cuando ya sus padres se habían retirado a descansar. Al subir a darles las buenas noches, pudo escuchar el sonido de la ducha. Seguramente su hermana se estaba dando un baño. Saludó a sus padres y se despidió sin entrar. Se dirigió a su alcoba y, después de encender la lámpara de la mesita de noche, se desvistió y se colocó la piyama; se recostó encima de las cobijas esperando que su hermana saliera para entrar a lavarse los dientes. Un momento después, la puerta se abrió, y entró su hermana con una toalla alrededor de su cabeza al estilo turbante, y otra cubriendo el busto y parte de su cuerpo.
_Por qué estás aquí? Por qué no te vas a tu habitación? –Le preguntó de mala manera-
_Cómo así? –Le respondió, más al mirarla, cayó en cuenta de que aquella no era su hermana. Se levantó de la cama tan rápido como pudo y, dando un pequeño rodeo, se dirigió hacia la puerta sin dejar de mirarla, ni ella a él. Subió las escaleras con las piernas a punto de doblársele y llegó hasta la alcoba de sus padres a golpear como loco. Ellos salieron al instante preguntando:
_Qué sucede?
Ernesto se sentó en la cama al borde del desmayo, respirando aceleradamente y con los ojos llenos de lágrimas del susto. Se fue calmando y al fin pudo contarles lo sucedido. En la puerta hizo su aparición Dayra preguntando qué sucedía. Después de analizar la situación, decidieron bajar a las alcobas de los muchachos y subir los colchones y cobijas a la de los padres. Llegaron a la alcoba de Ernesto con cautela, aunque no encontraron a nadie.
Al día siguiente durante el desayuno, Anselmo, haciendo alusión a lo ocurrido en la noche anterior, dijo.
_Familia, tenemos que tomar una decisión sobre la situación que se nos está presentando. En primer lugar, no es cómodo para ninguno de nosotros el hecho de dormir todos en la misma alcoba. En segundo lugar, creo que ninguno de los dos –y señaló a los dos hijos- desea dormir solo en su respectiva alcoba. Entonces, creo que lo mejor será que Elsy y yo intercambiemos las alcobas con Ernesto, puesto que entre los dos nos acompañaríamos mutuamente, y quedaríamos cerca de Dayra; además, me da la impresión de que es en esta alcoba en donde ocurre ese tipo de manifestaciones.
_Creo que es la mejor solución –añadió el joven-
_Entonces, Hoy mismo tendríamos que trasladar nuestras camas y demás cosas personales.
En la noche siguiente, los padres estaban ya acostados en su nuevo sitio conversando de todo un poco hasta que se fueron quedando dormidos. Mas a eso de las dos de la mañana, el ruido de la caída de una silla o un banco, hizo que Anselmo abriera los ojos. El pánico lo dejó paralizado al mirar el cuerpo de una mujer colgando de la parte superior de la reja de la ventana con lo que parecía ser una cuerda alrededor del cuello. En forma instantánea agarró a su mujer por el hombro. Esta se despertó preguntando:
_Qué sucede?
_Mira hacia la ventana!
_No veo nada raro!
Anselmo volvió la mirada al sitio, sin embargo no encontró nada.
_No puede ser! Te juro que había una mujer ahorcada colgando de la reja.
_ Y no crees que estás sugestionado por todo lo que ha sucedido?
_No. Mira, el ruido de un banco o una silla al caer, me despertó y fue cuando miré lo que te estoy diciendo. –Buscó el interruptor de la lámpara en su mesa de noche y encendió la luz. Así nuevamente el sueño los venció y los encontró el nuevo día. Antes de saludar a su esposa, lo primero que dijo fue:
_Voy a ir a hablar con el cura párroco.
_No es mala idea. Puede ser que él nos ayude.
Al momento de alistar el desayuno, Elsy se dio cuenta de que no había pan; así que salió hasta la panadería. Una de las compradoras le obsequió con una sonrisa y por tanto Elsy respondió en la misma forma. Al salir, la dama se acercó presentándose.
_Mucho gusto. Soy Mariana, vecina suya.
_El gusto es mío. Soy Elsy.
_Bienvenida. Amañada en su nueva casa?
_Si, así es.
_Debió ser fatal para Elvira tener que salir de su casa a la que tanto quería. Pero esas terribles circunstancias la obligaron.
_A qué se refiere con “terribles circunstancias”?
_Pues al suicidio de su hija. La pobre muchacha no aguantó el hecho de haber sido embarazada y abandonada por su novio y… también incomprendida por su mamá. Y ya ve en lo que terminó todo!
_Debió ser fatal. Qué pena Mariana, me tengo que ir. Ya me está cogiendo el día. Mucho gusto y hasta luego.
Llegó a su casa y relató a su esposo lo que, sin querer, había descubierto.
A las nueve de la mañana Anselmo estaba en la Casa Cural. El sacerdote lo atendió muy amable. Detalladamente le contó lo ocurrido en su casa, así como lo que su esposa le relatara. El sacerdote lo escuchó sin inmutarse y le respondió:
_Don Anselmo, en esta vida hay cosas que suceden sin que se pueda darles explicación. Hay quienes afirman que muchas personas, al morir, por algún motivo no pueden cruzar su camino hacia la eternidad y se quedan en el sitio en donde vivieron. Yo creo que éste puede ser lo que ocurre en su casa.
_Por favor, Padre, explíquese.
_Mire, quiero decir que es posible que la muchacha hija de doña Mariana no ha podido o no ha querido desprenderse del lugar en que vivió. En otras palabras, que su espíritu o su energía o su cuerpo astral, aún sigue allí. Ella no acepta que ya no pertenece al mundo de los vivos. Y en este caso necesita de una persona experta para que la ayude a continuar su viaje.
_Esa persona podría ser usted, padre?
_Le enviaría a alguien más preparado que yo.
Unos días después se desarrolló un ritual en la alcoba que fuera la de la chica y en toda la casa. Sin embargo, los ruidos, golpes, etc., aún siguen, aunque parece que no tienen relación con la niña suicida.La familia ya no pone atención a estos hechos.
FIN
Autor: Hugo Hernán Galeano Realpe. Derechos reservados