Salón vacío

Era su primer día en aquel nuevo plantel educativo y, Miguel, se sentía un poco nervioso. Su joven y hermosa madre, lo abrazó y le dio un beso en cada mejilla.

_No tengas miedo, mi amor. Ya verás que llegas y haces muchos amigos.

_Me gustaría regresar a estudiar con mis anteriores amigos.

_Es imposible, cielo. Ya ves que nos trasladamos a vivir a nuestra nueva casa y por eso te matriculamos aquí. Vete ya. Te estaré esperando a la hora de salida.

 Ya en el salón, Miguel fue presentado a todos los compañeros. A la hora de recreo, se quedó sacando sus “onces”. Al momento de guardar su maleta, se dio cuenta de que alguien lo miraba. Debía ser algún compañerito, puesto que tenía uniforme igual al suyo.

_Hola. Saludó. –El niño lo miraba sonriente- ¿Quieres que salgamos a jugar juntos?

El muchachito afirmó con un movimiento de cabeza, sin responder.

_Entonces saca tus “onces” y vamos.

_No voy a llevar “onces”.

_ ¿No tienes hambre?

Nuevamente respondió con un movimiento horizontal de su cabeza.

_ ¿Y a dónde vamos?

_Al segundo piso. Sígueme.

Salió en carrera seguido por Miguel. En ese momento, doña Emma, la señora encargada de la cocina, estuvo a punto de ser arrollada y tuvo que hacer maromas para no regar el tinto que le llevaba al rector. Al ver pasar a Miguel corriendo con rumbo al segundo piso, se extrañó de que se dirigiera hacia allí siendo un estudiante nuevo y que por tanto no conocía la edificación del plantel.

Los dos chicos llegaron al final de las escaleras. En ese piso había, entre otros, un salón que estaba vacío y abierto. A ese salón fue donde se dirigió el nuevo amigo de Miguel, empujó la puerta y entró.

_ ¿Cómo te llamas? –Preguntó Miguel mientras mordisqueaba sus “onces”.-

_Jimmy.

_Yo soy Miguel.

_Lo sé.

 En tanto, doña Emma llegó hasta la rectoría con la bandeja para el rector.

_Gracias, Emma. Nada como el tinto que usted prepara.

_Qué bueno que le guste, señor. Pasando a otra cosa, estoy intranquila porque vi al chico nuevo subir corriendo al segundo piso. Me extrañé porque no veo a qué haya ido allá, como si el plantel le fuera familiar, si apenas es su primer día!

_ ¿Y dice que subió solo?

_Lo vi salir corriendo de su salón de clases, solo. No vi a nadie más. Y con lo que ocurrió allá…

_ ¡Hágame el favor de subir y mirar qué está haciendo allí, y me lo trae!

 La mujer subió. Se acercó hasta la puerta, mas, ésta, estaba cerrada por dentro. Afinó su oído. Se escuchaban risas y correteos. Entonces, tomó la decisión de llamar. Segundos después, la puerta se abrió y la carita de Miguel apareció ante ella.

_ ¿Qué haces aquí? –Preguntó la mujer.-

_Estoy jugando con mi amigo Jimmy.

El semblante de Emma se ensombreció. Lo quedó mirando incrédula y, luego, se asomó. El salón estaba vacío.

_Y, ¿en dónde está él?

_ ¡Mírelo! ah… No sé a dónde fue, pero estaba jugando conmigo.

_Ven, vamos abajo. El rector te necesita.  En el descanso, los estudiantes no pueden subir acá.

Cuando llegaron ante el rector, éste, dirigiéndose al muchacho, le dijo en tono suave:

_Mira, quiero que sepas que está terminantemente prohibido que los estudiantes suban al segundo piso. ¿Entendiste?

_Si, señor. Lo que pasa es que mi amigo Jimmy me dijo que subiéramos a jugar allá.

_ ¿Jimmy, dices? –Preguntó el rector extrañado mirando a Emma.-

_Si. Por ahora es el único amigo que tengo.

_Está bien. Ve a jugar lo que queda del descanso y procura hacer más amigos. –El chico salió corriendo.-

_ ¿Qué pasó allá arriba?

_Cuando llegué, la puerta estaba cerrada, pero se escuchaban las voces de dos niños. Golpeé y abrió Miguel diciendo que estaba jugando con su amigo Jimmy. Me asomé y no vi a nadie más. ¡Pero le juro que la voz que escuché, era la de ese niño Jimmy! –El rector se agachó pensativo y se metió en su oficina.-

El timbre sonó indicando la finalización del descanso; Miguel entró en su salón de clases. Todos los compañeros fueron llegando, pero Jimmy no llegó.

A la hora de salida buscó a su madre con la mirada y la descubrió haciéndole señas con el brazo. Salió corriendo a encontrarla.

_ ¡Mami, ya tengo un amigo!

_ ¿Ves, mi amor? ¿Y, cómo se llama?

_Se llama Jimmy, pero creo que no está en mi curso, porque cuando todos salieron al descanso, se acercó para invitarme a jugar, pero después, no lo vi en el salón, ni a la hora de salida.

Al día siguiente, ocurrió lo mismo. Al salir a descansar, Jimmy se acercó a Miguel y le preguntó:

_Vamos a jugar?

_Si, pero no arriba, porque el rector me dijo que allá  estaba prohibido subir para los estudiantes.

_Podemos ir sin que se den cuenta. Ven! Vamos!

Miguel se dejó convencer y subió con su amigo. Sin embargo, lo que no sabía, era que un par de ojos lo habían descubierto. Emma llegó hasta donde el rector a informarle lo que estaba sucediendo. Este, tomó un conjunto de llaves y subió las escaleras de prisa. Llegó hasta la puerta del cerrado salón y seleccionó la llave correspondiente. Empujó la puerta despacio. En medio del salón Miguel pateaba una pelota que salió cruzando el espacio. Antes de llegar a la pared se detuvo como si alguien la parara con el pie y la lanzara con fuerza. Miguel, quien la seguía con la mirada, no alcanzó a atajarla. Se asustó mucho al verla detenerse sobre el pecho del rector. El, la agarró muy nervioso. Palideció, mientras por la cabeza le pasaban muchas preguntas sin respuesta. Se acercó al niño:

_Desobedeciste mi orden, muchacho. Te dije que estaba prohibido entrar a este sitio.

_Jimmy me dijo que subiéramos a jugar aquí.

_ ¿Y, me puedes decir en dónde está Jimmy? Porque yo no veo aquí a nadie más que a ti.

El estudiante giró la cabeza buscándolo.

_No sé por qué, cuando alguien viene, desaparece.

_Ven. Ayer te prohibí que subieras a jugar a este sitio. Hoy te voy a prohibir que tengas amistad con Jimmy.

_Pero… ¿Por qué? ¡El es el único amigo que tengo aquí!

_Jimmy no es alumno de este colegio. Tú debes tener amigos que sean de tu clase. Mira, ¿te parece justo que te haya dejado solo recibiendo mi regaño? Eso no es de un amigo. El solo quiere que te regañen. Y si tú sigues desobedeciendo mis órdenes, tendré que llamar a tu madre y pedirle que te retire de este colegio. Ahora, ¡Vete a jugar al patio! ¡Tu amistad con Jimmy ha terminado!

Cuando finalizó la jornada, se encontró con su madre.

_ ¡Hola, mi amor!

_ …

_ ¿Te pasa algo? ¿Por qué tienes esa carita tan triste?

_No quiero regresar a este colegio.

_ ¿Por qué dices eso?  ¿Qué pasó?

_El rector me prohibió la amistad con el único amigo que tengo: Con Jimmy. Me amenazó con decirte que me retires del colegio, si le desobedezco.

_ ¡Regresemos. Voy a hablar con él!

Unos minutos después, entraba a la rectoría.

_Buenas tardes.

_Señora, buenas tardes. Tenga la amabilidad de pasar. Siéntese, por favor. Y tú, Miguel, ve al patio mientras hablo con tu mamá.

El chico se retiró a regañadientes.

_Dígame, señora.

_Mi hijo me cuenta que usted le prohibió su amistad con un estudiante de nombre Jimmy, y no veo la razón.

_Señora… Voy a pedirle que escuche con mucha atención la razón que tengo para decirle a Miguel que le queda prohibida esa amistad.

_Lo escucho.

_ Porque Jimmy no existe.

_ ¡No lo entiendo!

_ ¡Jimmy sólo existe en la cabeza de su hijo!

_ ¿Está insinuando que mi hijo está loco?

_No, señora.

En ese instante timbró el teléfono.

-Excúseme, señora. Dígame.

_El gerente del banco está aquí.

_Que haga el favor de esperarme un minuto, por favor. Ya me desocupo.

_Señora… Jimmy es un… fantasma! Mire, me gustaría hablar de esto con usted, pero en este momento…

_ ¡El que está loco es usted! Necesito los papeles de mi hijo. Lo retiro del colegio.

_ ¡Señora… pero…

_Con su permiso.

La mujer se levantó y salió con rumbo a la secretaría del plantel a cancelar la matrícula. Pocos minutos después, salía con una carpeta en la mano y, con la otra, abrazando a su hijo.

El gerente hizo su ingreso a la rectoría del plantel.

_Buenas tardes. –Saludó-

_Mi estimado doctor, muy bien venido. Por favor, tome asiento, mientras traigo los papeles de secretaría.

El bancario se quedó solo. Un extraño frío lo obligó a frotarse los muslos. De pronto, sintió la sensación de ser observado. Buscó con la mirada alrededor. Levantó los ojos. En la ventana que había al frente de la rectoría, en la antigua construcción, y con figura de una garita, un niño lo miraba con mucha atención. Inmediatamente el gerente captó la inmensa tristeza que lo embargaba. En ese instante, el rector volvía de la secretaría con un mamotreto en la mano.

_Perdóneme una pregunta, señor Cifuentes. –Dijo el gerente-

_ ¡Por supuesto; dígame!

_Ese niño… ¿está castigado?  O… ¿Qué hace en esa garita? –El rector se tornó nervioso y levantó la cabeza.-

_ ¿Niño? ¡No hay ningún niño allá arriba!

_Le aseguro que acabo de ver un niño en la ventana. Tal vez fueron ideas mías. Mejor, entremos en lo que nos interesa.

_Eso está bien. Aquí tengo todos los documentos necesarios para… -No pudo continuar. El lastimero llanto de un niño se lo impidió.-

_Se lo dije. –Los dos levantaron la vista hacia el lugar de donde provenía el llanto.

_ ¿Quiere acompañarme a ver qué sucede?

_Desde luego. ¡Vamos!

Los dos hombres subieron hasta el lugar. El rector buscó en el manojo de llaves e introdujo la apropiada en la cerradura. Entraron. El salón estaba completamente vacío. El gerente se acercó hasta la ventana y miró hacia la rectoría. Al hacerlo, volvió o sentir el intenso frío estremecerle los huesos.

_Como usted ve, no hay nadie.

_Entonces… ¿De quién era el llanto?

_Es… una larga historia; pero dígame, ¿Usted ha estudiado algo como para… captar los espíritus?

_No. De ninguna manera.

_Pero creo que usted tiene madera para… para ser algo así como médium.

_Ja ja ja ja. Aquí lo único que siento es frío!

_ ¿Frío? ¡Si lo que está haciendo es calor!  Debe ser que cerca a usted está el espíritu del niño. Y para no dejarlo con la inquietud, voy a contarle una historia que creo va a despejar sus dudas.

“Hace algunos años tuvimos en el colegio una profesora ya de edad un tanto avanzada. Nunca se había casado y vivía con una sirvienta un poco menor que ella. Era de las que pensaba todavía que “La letra con sangre entra”. Descubrimos que acostumbraba pegarles con su bastón, a los estudiantes que no respondían a sus tareas y enseñanzas; sin embargo, amenazaba a sus alumnos para que no contaran esto a sus padres ni a nadie.”

“En su curso había un estudiante de nombre Jimmy a quien le pegaba a diario por no ser uno de sus estudiantes aventajados. El, desde luego, le tomó un tremendo pánico y odio a la profesora. Un día que no realizó una tarea, tomó el bastón que le servía de apoyo y quiso obligarlo a bajarse los pantalones frente a sus condiscípulos. El estudiante salió corriendo, subió las escaleras seguido por la profesora, entró a este salón y, tal vez quiso salirse por la garita que no tenía vidrio y se cayó, perdiendo la vida.”

“Después del hecho, comenzamos a investigar lo sucedido. Como consecuencia, la profesora fue despedida y juzgada por las autoridades. Se le suspendió el escalafón por maltrato a los estudiantes y se le prohibió ejercer como docente. Parece que se enloqueció porque, según la sirvienta, una noche escuchó a la maestra decir:

_ ¡Jimmy, qué haces aquí! ¡Tú estás muerto! ¡No te acerques! ¡No!

La empleada se levantó al escuchar los gritos y entró a la alcoba para averiguar qué estaba ocurriendo.Encontró a la maestra mirando al lado de su cama como si allí estuviera alguna persona. Agudizó su cansada vista y alcanzó a percibir la borrosa figura de un niño. No se atrevió a intervenir, y de pronto la vio colocarse las manos sobre el pecho y doblarse sobre la cama. El médico que expidió el certificado de defunción, aseguró que había tenido un infarto fulminante.”

“En cuanto al niño, tanto algunos estudiantes, como las aseadoras, aseguran que lo ven por el plantel y que son víctimas de sus travesuras y del susto que les causa. Hace pocos días, una de ellas, contó que estaba en el que fue su salón haciendo el aseo, cuando de pronto lo vio al fondo del salón con una pelota bajo el brazo. El susto hizo que se desmayara. Cuando despertó, estaba rodeada de sus compañeras. Se levantó, e inmediatamente vino a buscarme para decirme que se marchaba, que no trabajaría más.-”

_Me deja sin palabras. Y el llanto que escuchamos usted y yo?

_Bueno, un estudiante nuevo, desde el primer día de llegada, tomó la costumbre de subir a jugar a este salón, supuestamente “con su único amigo Jimmy”. Se le prohibió hacerlo, así como también la amistad con ese muchacho. Le relató lo ocurrido a su madre y ella tomó la decisión de retirarlo del establecimiento. Si es cierto que algunos fallecidos se quedan deambulando entre los vivos, lo único que se me ocurre pensar, es que Jimmy lloraba por el retiró de su amigo, digo yo.

_Una fascinante historia. Ahora si, como se dice, a lo que vinimos.

 FIN

 Autor: Hugo Hernán galeano Realpe. Derechos reservados.