mensaje más alláEl narrador de esta historia, una persona seria, honesta y veraz, nos cuenta que, al entrar a la etapa de la madurez, comprendió que los más jóvenes van empujando a los mayores hacia la salida. Fue cuando, con mucha tristeza, sufrió la pérdida de sus abuelos; luego, uno a uno, sus tan queridos tíos quienes, más que eso, fueron sus amigos.

_“Algunas veces –dice- con el menor de mis tíos, conversábamos sobre aquello a lo que todos tenemos que llegar: a la hora de la muerte. Entonces se nos ocurrió acordar que quien muera primero de los dos vendría a contarle, al sobreviviente, cómo es el trance. Pues bien, el hecho es que a él le tocó antes que a mí.

Para ese entonces, yo ya estaba radicado en Bogotá y él seguía en nuestra ciudad natal.

 

Una tarde, uno de mis hermanos me llamó por teléfono para darme la noticia de su fallecimiento. Como es natural, me impactó mucho.

_¿Y cómo murió? -Pregunté-

_Todavía no tenemos detalles del hecho. A propósito, mañana es el entierro.

 

Esa noche, serían tal vez como las dos a.m. No puedo asegurar si me desperté  o estaba aún dormido, lo cierto fue que escuché que la puerta de la alcoba se abrió;  yo volteé a mirar. Fue cuando vi a mi tío fallecido entrar muy sonriente y acercarse hacia mi cama. Se quedó un momento delante del closet. Inmediatamente saqué las piernas de las cobijas, me senté y lo saludé por el nombre. El me respondió muy cariñoso y se sentó a mi lado. Yo le pregunté:

_¿Qué fue lo que le pasó?

_ “Iba de noche en mi moto a buena velocidad y no alcancé a ver un carro negro que estaba varado. Cuando lo vi quise frenar, pero la pierna no me obedeció y me le fui encima. Con el efecto del choque caí al piso y me golpeé en la cabeza”.

_Y… en este momento, ¿dónde está?… Cómo es ese lugar?

_ “No te puedo explicar exactamente en dónde estoy ni cómo es el lugar, pero si te puedo decir que estoy feliz”. -Me dio una palmada en la espalda y  su imagen se fue opacando hasta desaparecer-. Fue en ese momento cuando mi esposa, Carmenza, encendió la lámpara de su nochero y me preguntó:

_¿Qué haces allí sentado?

_Eh…  -No supe qué contestarle. Metí mis piernas en las cobijas y quedé profundo-

Al día siguiente comenté con ella lo sucedido y después, por  teléfono, con mi hermano el que me avisó del fallecimiento.  Ante el comentario, me respondió muy sorprendido:

_Qué raro. Anoche pude comunicarme telefónicamente  con la familia  y  lo que ocurrió, según un testigo, fue exactamente como me lo cuentas. También me enteré que le estaba molestando la pierna derecha.

 

Unos pocos años después, ocurrió la muerte de Nelson, otro de ellos; entró en estado de coma por tener la tensión muy alta. Murió unos días después.  Pero la racha de mala suerte siguió:  Mi tío Alirio, fue llevado de urgencias a un hospital. Le descubrieron un tumor maligno en el estómago. Fue operado en Bogotá. Su hermano, Luis y su cuñada, fueron sus acompañantes durante los días siguientes a la cirugía.

Una de esas noches, soñé con una claridad extraordinaria, que Nelson entraba en mi alcoba vestido de negro con camisa blanca y corbata roja. Se paró junto a un closet y me  dijo:

_“Oye,  por qué no le pides a Carmenza, tu esposa, que prepare unas de esas arepas con queso que le quedan tan deliciosas y que tanto le gustan a Alirio. Que sea como para una despedida”.

_¿Despedida? ¿Mi tío Alirio se va?

_“No. El, no. El que se va es Luis”.

Al instante se desapareció. Me desperté impresionado y en la mañana le conté a mi esposa.

_No sé por qué tienes sueños tan raros. –Dijo ella- Dicen que a veces  son advertencias.

 

Al día siguiente fui a visitar a mi tío Alirio y le conté el sueño. El me contestó:

_Así, vestido, como lo describes, lo enterramos.

_Pues yo no tenía ni idea.

_De lo de Luis, no creo que tenga planeado irse para alguna parte.

 

Lo extraño es que mi tío Alirio se curó y unos meses después murió mi tío Luis, dejando entre nosotros una profunda tristeza”.

FIN

 Autor: Hugo Hernán Galeano Realpe. Derechos reservados.