Ezequiel, un hombre joven y aún soltero, cierra el negocio de compra de su  casa, ubicada en una hermosa urbanización en un municipio cercano en el norte de Bogotá. El día en que le hicieron la entrega, ya solo en la propiedad, comenzó a idear los cambios que le gustaría hacer antes de trasladarse a vivir allí.

Al día siguiente, contrató a dos obreros para que le realicen la obra.

Un corto tiempo después, recibió su casa totalmente a su gusto. Miró la pared posterior y decide aplicar su habilidad innata de dibujante y pintor para darle al patio un ambiente de naturaleza. Busca en internet algún tema apropiado. Le llamó la atención la foto de un hermoso bosque, salvo que en el centro tenía la aparición de una mujer de blanco. El autor explica que el video es totalmente real y que la fotografía representa un suceso que ocurre en una de las carreteras cercanas. A Ezequiel le gusta el paisaje y decide plasmarlo, por supuesto, sin aquella aparición, que le causaba escalofrío.

Puso manos a la obra y se las arregló para excluirla de la foto. El resultado fue espectacular: Un hermoso bosque. Ya con todo listo, se trasladó a su nueva residencia.

Una noche de viernes, después de salir de su trabajo, llegó feliz  a casa y se dispuso descansar un rato en el patio. Se despojó de su chaqueta y la colocó descuidadamente sobre el espaldar de una de las sillas. Colocó una música relajante de lluvia y truenos, disminuyó  la intensidad de las luces; luego, se procuró una copa con un buen vino y se sentó frente al bosque, para disfrutar su obra.

El cansancio, el ambiente y la música, hicieron que el sueño se fuera apoderando de sus sentidos y se quedó dormido. No sabe cuánto tiempo pasó. Pero el frío de las noches de la sabana hizo que despertara. Abrió los ojos, estiró los brazos, sacudió la cabeza y quedó totalmente despierto. Descubrió al lado su copa y la terminó de un solo trago. Miró orgulloso y sonriente su mural, pero la sonrisa se le borró de los labios, al descubrir una figura blanca que lo miraba desde los árboles. Era la misma mujer que originalmente aparecía en la foto de internet. Se le heló todo el cuerpo. Se paró de un salto y abandonó el patio para correr a encerrarse dentro de su casa. No tenía ninguna intención de volver la vista, más se sintió obligado a hacerlo: La mujer había avanzado hasta el otro lado de la puerta, como si  intentara entrar. El miedo fue espantoso. Aceleró el paso tratando de vencer la sensación de pesadez en las piernas. Siguió derecho hacia la salida de la casa. El paraje estaba desierto. A unos cuantos metros descubrió la portería del conjunto y se lanzó hacia allá tan rápido como le permitieron sus piernas. Al verlo, el vigilante se levantó de la silla y le preguntó:

_ ¿Le sucede algo, señor?

_ ¡Por favor, necesito un taxi. Ah! –Y se buscó en los bolsillos del pantalón- ¡No tengo dinero! ¡Salí sin chaqueta y no quiero regresar solo a mi casa!

_ ¡A usted le sucede algo! ¡Por favor, cuénteme y es posible que pueda ayudarlo!

_ ¡Necesito que me acompañe a sacar mi billetera!

_ Tranquilícese. Voy a llamar a uno de mis compañeros para que me remplace.

Llegaron a la casa y entraron. Ezequiel miraba asustado en todas las direcciones.

_ ¿Busca algo o a alguien?

_Si. Vivo solo, pero hace un rato, vi a una mujer dentro de mi casa.

_No le entiendo.

_ ¡Un fantasma!

_ ¡No lo puedo creer! ¿Se tomó sus tragos?

_ ¿Tengo apariencia de estar borracho?

_ Bueno… La verdad… No. Lo noto muy asustado.

_Si estoy asustado. ¿Y usted no, cierto?

_No tengo por qué estarlo.

­_Entonces, hágame un favor. Tráigame esa chaqueta que está allá fuera sobre esa silla.

El vigilante abrió la puerta y salió al patio. Se acercó y tomó la chaqueta. De pronto, miró hacia el mural y se sobresaltó.

_ ¡Esa pintura está tan real, que me pareció que la mujer se movía!

_ ¡Entre de prisa!

El vigilante entró tan rápido como pudo. Ezequiel, cerró la puerta con el pasador. El vigilante, intrigado, volvió a mirar hacia el patio y, para su sorpresa… la mujer de la pintura había avanzado hasta la puerta.

_¡Vámonos! –Gritó Ezequiel, y los dos salieron en carrera hasta llegar a la portería-

_ Aquí tiene su chaqueta. Ahora si, me puede explicar lo sucedido? Esa mujer es real o es una pintura?

_ ¡Ni yo mismo lo entiendo! Voy a buscar un hotel. ´

_ ¿Y por qué no va en su carro?

_No. Por favor, llame un taxi.

Al día siguiente, desde el hotel, llamó a los constructores y les pidió el favor de ir hasta su casa. Luego regresó a su conjunto y los esperó en la entrada. No demoraron mucho en llegar.

_Buenos días, patrón –saludaron en coro- Díganos qué hay que hacer.

_Acompáñenme, por favor.

Entró en la casa seguido por los albañiles, mirando a todos lados. Llegaron hasta el patio. Cosa totalmente inexplicable, el mural estaba tal como él lo había pintado. No había ninguna aparición en él. Sin embargo, no quería pasar otro susto.

_ ¡Oiga, patrón! ¡Qué obra tan hermosa!

_ El trabajo que les voy a encargar es precisamente que pinten de blanco toda la pared. Tengo razones para desaparecer ese mural. Luego pintaré otro.

_ Como usted ordene. Gustos son gustos.

_ Tienen que terminar hoy mismo.

Con el cambio de mural, el efecto paranormal nunca más volvió a desarrollarse.

FIN

Autor: Hugo Hernán Galeano Realpe. Derechos reservados