Viejo Apartaestudio

Cuando Lina llegó con sus padres a conocer el apartamento que ellos habían alquilado para ella y que, desde ese día sería su refugio, quedó encantada. Tenía todo lo que necesitaba: Una sala-comedor, una alcoba y una diminuta cocina. Además, estaba totalmente amoblado.

_Hija, ¿estarás bien? ¡Esta ciudad es tan grande! –Dijo su madre-

_ ¡Claro, mamá; estaré feliz! Recuerda que ya estoy iniciando mi carrera universitaria y que debo empezar a hacerme cargo de mí misma, aunque económicamente aún dependa de ustedes.

Cuando ellos se despidieron para regresar a su pequeña ciudad natal, se vio invadida por dos sentimientos encontrados: cierto temor de enfrentarse sola a una nueva vida y, por otra parte, la felicidad de sentirse independiente.

 Aseguró la entrada y se dirigió a tomar una ducha caliente.

El agua corría por su cuerpo haciendo que disfrutara intensamente. De pronto pegó un inevitable salto al escuchar que alguien tomaba la poma de la puerta y abriera. Inmediatamente trató de cubrirse con las manos mientras giraba. No había nadie. Corrió la puerta de vidrio y tomó una toalla. La puerta del baño seguía abierta. Se envolvió la toalla y calzó las sandalias.

Salió con cierta precaución, mas, lo primero que se le vino a la cabeza, fue que sus padres habrían olvidado algo y regresaban por ello.

_ ¿Mamá? ¿Papá?  -No obtuvo respuesta. Ellos, en ese momento estaban camino al aeropuerto- “Seguramente fue alguna corriente de aire” –pensó-. “Pero, ¿una corriente de aire hace girar la poma de la puerta?” “Tal vez si, si es que quedó mal cerrada” –se respondió- “Bueno, no le voy a dar importancia al asunto”. –Dijo en voz alta-

Fue a la cocina y se preparó un ligero bocadillo. Luego, se colocó su pijama, miró televisión por un rato y, cuando ya el sueño se apoderaba de ella, apagó el aparato, se acurrucó en la cama y se durmió. Un momento después, tal vez el subconsciente le hizo intuir que estaba muy al filo. Todavía adormilada, trató de correrse hacia el centro sin que pudiera lograrlo: algo (o… ¿alguien?) le impedía hacerlo. Aún invadida por el sueño, pudo escuchar unos ronquidos.  Se volteó despacio, evitando caerse, para mirar lo que sucedía; al hacerlo, en medio de la penumbra, alcanzó a percibir el bulto de una persona en el centro de la cama. Colocó su mano sobre aquel  cuerpo. El sueño se le espantó de manera instantánea. El susto que la embargó hizo que  pegara un chillido y que, de un salto, quedara sentada en el canto de la cama. Encendió la lámpara e inmediatamente volvió la mirada: No había nada que no fueran los cobertores. El pecho le subía y le bajaba a ritmo exagerado. Tomó aire y trató de calmarse. Unos pocos minutos después, se dijo:

_ “Debió ser una pesadilla”.

Levantó despacio las frazadas temiendo encontrar algo: Todo estaba normal. Nuevamente encendió el televisor y se dispuso a mirar lo que hubiera. Dejó la luz encendida. No supo en qué momento se quedó dormida.

Cuando despertó, ya empezando a despuntar el día, vio por unos segundos, la cara arrugada de una persona en frente y muy cerca de la suya; sin embargo, desapareció tan rápido, que nuevamente se puso a dudar si fue sueño o realidad. Lo que si la sorprendió, fue el hecho de comprobar que, tanto el aparato de televisión, como la lámpara, estaban apagados. Posiblemente lo hizo ella y no lo recordaba o… ¿quién sabe? En ese instante, el timbre de su celular le hizo pegar un salto acompañado de un ahogado gemido. Era su mamá para preguntarle sobre su estado. Ella no quiso preocuparla y respondió que todo andaba de maravilla.

Después de alistarse y prepararse su desayuno, salió para la universidad. Comentó con sus nuevas amigas sobre el hecho de tener su apartamento y, por supuesto, las invitó a visitarla.

Cuando terminó, por este día, su corta jornada estudiantil, llegó a su “nido”, como lo había bautizado. Estaba lejos de imaginar que le ocurrirían otros sucesos que no le permitirían poner en duda si era un sueño o imaginaciones suyas, puesto que aún estaba completamente claro. Se sentó en la cama con el fin de cambiar su atuendo por una blusa y unos pantalones cortos. Se quitó sus aretes y, cuando se disponía a levantarse para ir a guardarlos a su joyero, uno de ellos resbaló de sus manos y cayó al piso rebotando para ir a parar debajo de la cama. Fue al agacharse a recogerlo, cuando descubrió en el lado opuesto, unos pies y piernas velludas de alguien que parecía estar sentado. Gateó hacia atrás lo más rápido que pudo para levantarse llena de terror. Mas, al mirar a la supuesta persona, como cosa rara, no encontró nada. Con miedo, nuevamente se agachó a mirar: Nada. Aunque tenía la imagen nítida en su cabeza, volvió a regalarse el beneficio de la duda.

Fue a la cocina a prepararse algo de comer, todavía pensando en lo  ocurrido, cuando escuchó el clásico ruido de los ronquidos de una persona. Afinó el oído: eran similares a los que escuchara en su cama la noche anterior; parecía que venían desde la sala. Salió despacio y se asomó desde la puerta: Un hombre viejo dormitaba en uno de los sillones. El susto fue tan grande, que, nuevamente la obligó a lanzar un grito desesperado. El Anciano abrió los ojos y la miró fijamente con cara de pocos amigos, al tiempo que le ordenaba:

_ ¡Vayase! ¡Este es mi apartamento!

 Quedó paralizada por el terror. En ese momento, sonó el timbre de la puerta. Esto, por poco le produce un desmayo, pero, al mismo tiempo, rompió la escena que se estaba desarrollando, pues al mirar hacia la puerta, restó atención a la imagen del hombre que desapareció instantáneamente. La joven corrió y abrió. Frente a ella estaba un hombre joven:

_Buenas tardes.

_Buenas tardes. –Respondió ella con voz temblorosa-

_ ¿Tú eres Lina?

_Si… ¿Nos conocemos?

_No, pero me presento: Soy Mateo, uno de los dueños del apartamento. La inmobiliaria me comentó que ya había sido arrendado y quise venir a conocer a la persona que vivirá aquí y a ponerme a sus órdenes.

_Sigue. Llegaste como caído del cielo. Y te cuento: ¡creo que no podré seguir viviendo aquí! Es más, si llegas diez minutos después, no me encuentras.

_ ¡Cálmate! Te noto muy nerviosa. ¿Qué sucede?

_ ¡Que aquí espantan!

_ ¿Espantan? ¡No lo puedo creer! –Se sentaron-

En pocas palabras, le relató lo acontecido desde que se instaló.

_ ¿Me puedes decir cómo era el “supuesto fantasma”?

Ella lo describió muy bien.

_Esa descripción concuerda con mi padre.

_El hecho es que yo me voy. Te ruego que me acompañes mientras empaco algunas cosas y llamo a una tía para irme donde ella aunque sea por esta noche. Mañana llamaré a mi papá para que arregle con la inmobiliaria.

_Espera. Me dejas extrañado con lo que me cuentas. Mi padre, después de pensionarse, invirtió un dinero en comprar tres apartaestudios. Cuando falleció mi madre, él se trasladó a vivir a éste. Vivió aquí, solo,  hasta que enfermó. Claro está que nosotros siempre estuvimos pendientes. Bueno, pero, siguiendo con lo que te interesa, te comento: Uno de los ellos está arrendado a una joven universitaria. Es un poco más costoso, porque tiene dos alcobas. Por ese motivo, la inquilina solicitó  que se le autorice compartir la otra alcoba. Aún no se le ha dado respuesta. Si tú quieres, la llamo, nos encontramos mañana y vamos a conocerlo. Si te  parece bien, se ponen de acuerdo las dos en cuanto a gastos y te trasladas a vivir allá. Luego  arreglamos el papeleo con tu padre. ¿Qué dices?

_ ¡Por mí, encantada! ¡Estoy de acuerdo!

 FIN

Autor: Hugo Hernán Galeano Realpe. Derechos reservados