Las clases y prácticas de la facultad de Música, seguían su curso normal. Entre los compañeros, poco a poco, se destacaban como los mejores estudiantes, la hermosa Liliana y Johnny. Sin desearlo, los demás estudiantes habían fomentado cierta competencia y rivalidad entre ellos, lo que había creado una barrera para desarrollar una completa amistad. A pesar de ésto, se trataban con cordialidad.
Cuando faltaba poco tiempo para terminar aquel semestre, los dos fueron encargados de dirigir el concierto de finalización, lo que trajo como consecuencia que, entre discusiones, llegaran a ponerse de acuerdo en la manera cómo se desarrollaría el evento. En una de las charlas de fin de ensayo, Johnny invitó a su compañera Liliana a tomar algo. De pronto, ella, le dijo:
_Sabes una cosa?
_Dime.
_Tengo que reconocer que tienes un gran talento.
_Gracias! Lo mismo opino de ti
_Y pensar que me parecías el hombre más antipático que había conocido.
_Y a mí me parecías muy “picadita”, pero muy linda.
Se quedaron callados por un momento, saboreando sus bebidas. Inesperadamente, Johnny dijo:
_ ¿Quieres ser mi novia?
_ ¿Cómo?
_Lo escuchaste perfectamente.
_ ¿Y me lo dices así tan “olímpicamente”?
_Te lo digo así tan “Sinceramente”.
_ ¿Y por qué?
_Porque estoy loco por besar tu boca, por abrazarte… ¡Por… que seas mi novia!
_Con semejante explicación… Bueno, ¡Si!
_ ¿Dijiste que si?
_ ¡Lo escuchaste perfectamente!
La quedó mirando incrédulo por un instante y acercó sus labios a los de ella y se besaron muy corto, para luego reanudar el beso con intensidad. La felicidad inundaba sus corazones. Se levantaron y caminaron abrazados, despacio. Tiempo después, llegaron hasta la puerta de la casa de la hermosa joven, y se despidieron. Al quedar a solas, se sentían embargados de una sensación incomparable, inexplicable.
A partir de ese momento, su amor fue creciendo cada día más y más. Para Johnny, Liliana era la mujer ideal. Nunca había imaginado encontrar alguien así. Por su parte, ella, había encontrado su príncipe azul. En fin, los dos comprendían que eran hechos el uno para el otro. Para añadir un ingrediente más a su felicidad, el evento de finalización fue todo un éxito. Sin embargo, nada es perfecto en la vida. Cuando todo aparenta ser exageradamente perfecto o fácil, siempre esconde alguna sombra negativa. Algo que les amargaría su felicidad. Sin embargo, ignorantes a eso, siguieron amándose con delirio.
Cursaban ya el último semestre. En cierta ocasión, ella le dijo:
_Mi cielo, yo quisiera que tú y yo tuviéramos algún amuleto, medalla, o algo que sea exclusivo de los dos. En algunas obras de literatura he leído sobre parejas que parten una medalla en dos y cada uno conserva su mitad. Esto los mantiene unidos en la distancia.
_Pero un amuleto así puede perderse. Sería algo que esté en nuestro cuerpo para siempre.
_ ¿Y qué puede ser?
_Un tatuaje.
_ ¡De acuerdo!
_Entonces uno de los dos elige el dibujo y el otro el lugar. Escoge.
_El dibujo. Quiero que sea la mitad de un corazón con la inicial del otro, o sea mi mitad con tu inicial y tu mitad con mi inicial.
_Vale. Y, como en algunas tribus gitanas, en la muñeca de tu mano izquierda y en la derecha de la mía.
Al día siguiente buscaron quién les practicara el tatuaje. Dolió un poco, pero esa fue la penitencia que enfatizara su amor.
Un día cualquiera, mientras asistía a una práctica, Liliana fue sorprendida por un intempestivo desmayo. Sus compañeros la trasladaron a la enfermería de la institución, en donde le practicaron los primeros auxilios. Aunque el médico le ordenó exámenes un poco más especializados, ella se negó a practicárselos, aduciendo que no tenía ninguna importancia. Sin embargo, el fenómeno se repitió en varias ocasiones, y se presentó acompañado de un fuerte dolor de cabeza. Sus padres le exigieron que se sometiera a los exámenes correspondientes. La chica lo hizo a regañadientes. El resultado: Un tumor cerebral, y en un lugar muy complicado de tratarse quirurgicamente.
Su problema se agravó de tal manera que, días antes de finalizar el semestre, debió internarse con el fin de someterse a la cirugía. Los especialistas no estaban en condiciones de garantizar el éxito de la operación. Y, por aquellas cosas de la vida, en el momento en que se desarrollaba el acto de graduación, Liliana era intervenida. Johnny fue galardonado con una beca en Italia para realizar una especialización. El joven recibió el premio con el pensamiento puesto en otro lugar y con el afán dibujado en su rostro, pues deseaba que el acto culminara para acudir al lado de su amada y acompañarla en ese instante tan crucial. Tan pronto terminó el acto, se despidió de directivas, profesores y compañeros, y salió rumbo a la clínica. Unos minutos después de llegar al lado de sus futuros suegros, salió el médico con un gesto negativo dibujado en el rostro. Todos se acercaron a él interrogantes:
_ No quiero darles falsas expectativas. Se hizo todo lo mejor, pero no puedo adelantar nada, porque, simplemente, no sé cuál puede ser su estado evolutivo. Debemos tener esperanza y fe. En este momento está en sala de recuperación. Hay que esperar. Creo que es conveniente que se vayan a descansar y vuelvan mañana. Con una persona que se quede es suficiente.
Acordaron turnarse. Johnny se quedó hasta comenzar la noche y los padres de Liliana regresarían para quedarse hasta la hora permitida.
Así mantuvieron por una semana. Solamente se les permitía ingresar a mirarla sin que pudieran hablarle. Los médicos no daban ningún parte de mejoría.
Una mañana, estando Johnny presente, la joven abrió los ojos lentamente. Miró por unos segundos a su novio, como si quisiera expresarle algo.
_ ¡Mi vida! -Dijo en voz baja, y volvió a cerrarlos. El muchacho se levantó y salió a buscar a la enfermera jefe para comunicarle el hecho. Ella fue a llamar al médico de turno, quien llegó apresurado.
_Por favor espere en la sala. –Entraron. Un Instante después, volvieron a salir-.
_Por favor, llame a los padres. –Pidió el médico a la enfermera.-
_ ¿Qué pasa, doctor? –Preguntó Johnny-.
_Lo siento. La paciente acaba de fallecer.
Antes de que Johnny pudiera reaccionar, otra enfermera llamó al doctor.
_ ¡Doctor! Necesitamos su colaboración! ¡Acaba de llegar una paciente en trabajos de parto. En el momento no hay a quien más acudir. ¡Por favor, ayúdela!
Johnny se apartó del lado del médico. En ese momento entraba un camillero llevando a la paciente. Inexplicablemente, los ojos cansados de ella y los de él, se cruzaron por unos instantes. Detrás, venía el esposo. Fue detenido en la entrada de la “Sala de partos”. Johnny se sentó con la cabeza entre las manos. A su lado lo hizo el futuro padre en un alto estado de nervios.
_Me imagino que usted está tan nervioso como yo. –Le dijo- Por lo menos, nos podremos dar ánimo mutuamente. Soy Augusto Villafuerte.
_Johnny. –Respondió con desgano-
_ ¿Y ya sabe algo sobre su esposa?
_Mi caso es diferente. Mi novia acaba de fallecer. Fue operada de un tumor cerebral.
_ ¡Oh, excúseme! Lo siento mucho.
_No se preocupe. Desafortunadamente, así es la vida mientras unos salen, otros llegan. Le deseo que todo salga bien.
En ese momento entraron los padres de su fallecida novia. Se abrazaron los tres, mientras las lágrimas rodaban incontenibles. Hasta ellos se acercó la enfermera jefe, para hablar sobre lo sucedido. En ese instante, el médico salió enfundado en una bata verde:
_ ¿Don Augusto Villafuerte?
_Si, doctor.
_ ¡Felicitaciones, es padre de una hermosa niña! Puede entrar a ver a su esposa.
_ ¡Gracias, Doctor! –Se acercó al grupo formado por Johnny y los padres de la difunta. ¿Me permite?
El muchacho levantó la cara cubierta de lágrimas:
_Dígame.
_Mire… no sé si será una imprudencia de mi parte… pero quisiera saber el nombre de su novia.
_Liliana.
_Le parecerá una tontería, pero quiero que su novia, de alguna manera, siga viviendo. Me parece un lindo nombre y así se va a llamar mi hija.
_Gracias. Es un lindo homenaje.
_Mucha resignación. Adiós. Gusto en conocerlo.
_De igual manera.
Días después, Johnny partió para Italia a realizar sus estudios. Entretanto, la pequeña Liliana, hija de Augusto, seguía creciendo. Algunas veces le decía cosas muy extrañas a su mamá, que la dejaba sin saber qué contestar. En cierta ocasión, mientras le aplicaba el shampoo, le dijo:
_ “En ese sitio de mi cabecita era donde me dolía y donde me encontraron el tumor”.
_ “¿Cuál tumor, mi amor?”
_ “El tumor que me salió en mi cerebro”.
Esa tarde le relató lo ocurrido a su esposo. Sin embargo, él le restó importancia al asunto, diciendo:
_ “¡Puede ser que haya escuchado algo de eso en la televisión! ¿Qué más puede ser?”
Pero, en otra oportunidad, el sorprendido fue él: Se hallaban jugando en el patio trasero, cuando le notó una “mancha” en el lado inferior de su muñeca izquierda. La interrogó diciéndole:
_ “Déjame ver qué tienes allí”.
_ “Esa es la inicial de mi novio en la mitad de un corazón”.
_ “¡No me digas que tú tienes novio! Jajaja”.
_ “No, ahora no! ¿No ves que soy pequeñita? Eso fue antes”
Pero su sorpresa fue inmensa cuando, al mirarle, efectivamente parecía un corazón rasgado por la mitad; y para completar, tenía el dibujo de algo parecido a un anzuelo o… una “J”.
Muy extrañado, fue en busca de su esposa a comentarle el asunto. Ella le dijo:
_ ¡Hija, ven! ¡Muéstrame lo que tienes en la mano!
_ ¡Ay no, mami! Ya tengo sueño!
Se durmió. Fue el momento de aprovechar y mirarle.
_Yo hubiera jurado que era un lunar o una mancha.
_Lo que no sé es qué explicación puede tener esto.
_Pero está visto que a ella no le gusta hablar sobre el tema. En algún control con el pediatra hay que preguntarle.
El médico no supo explicar con exactitud lo ocurrido. Simplemente se limitó a decir:
_ “Sé de algunos casos de bebés que nacen con ciertos “lunares” con figuras perfectas, cicatrices, etc. de las cuales no se puede explicar la razón de ser; pero de tatuajes, no tengo ni la menor idea. Cualquiera podría decir que fue realizado a propósito, sin embargo se nota que no es reciente”.
El asunto quedó sin explicación.
Cuando contaba con la edad de cuatro añitos, entró al jardín. Se destacaba por su viveza e inteligencia. Sus padres le habían comprado una guitarra de juguete, con la que se la pasaba cantando y rasgando las cuerdas. Posiblemente esto contribuyó a despertar el gusto por la música. De allí que en la primaria, ya formaba parte del coro de su escuela y asistía los sábados a clases de guitarra. Tenía un oído prodigioso y una facilidad extraordinaria para interpretar los instrumentos musicales.
¡Cómo pasa el tiempo! Liliana, la, hasta hace unos años, bebita de la familia, se había convertido en una hermosa adolescente, y cursaba el penúltimo año del bachillerato. Los compañeros se disputaban la intensión de conquistarla, mas, ella, era amiga de todos y todas, aunque parecía indiferente a cualquier romance.
Cierta noche, mientras cenaban en familia, miraban en la televisión el noticiero de las siete p.m. Una de las noticias fue:
_“Hoy ha sido nombrado el nuevo director del Conservatorio Nacional; se trata del Maestro Johnny Cardona, quien acaba de regresar de cursar una especialización en Italia. Le damos la bienvenida y nuestras felicitaciones , al tiempo que le auguramos muchos éxitos en su nuevo cargo. De otra parte…”
_ ¿Johnny Cardona? –Preguntó Liliana. Ese nombre… ¡Me suena!
_Para mí, es un completo desconocido. –Añadió Augusto, su padre-. ¡Ah, y a propósito! ¿Has decidido qué carrera estudiar? Recuerda que el año entrante terminas tu bachillerato.
_Voy a estudiar música.
_ ¿Música? Tú sabes que esa carrera no dá nada!
_Es lo que a mí me gusta. Será música… cómo te explico… De alto nivel. Por ejemplo, ¿cuánto crees que se va a ganar el nuevo director del conservatorio Nacional?
_Y ¿Cuántos conservatorios nacionales hay?
_ Pero te digo que es lo que me gusta y para lo que tengo muchas habilidades.
_Bueno, ya lo analizaremos cuando llegue el momento adecuado.
Y el momento adecuado llegó. No hubo poder humano que hiciera que Liliana cambiara de idea. Además, tenía una forma tan dulce de pedir las cosas que hacía que su padre no pudiera negarle nada. Se matriculó a la “Escuela de Música” adscrita al Conservatorio Nacional.
En cierta oportunidad, el grupo de estudiantes fue invitado al Conservatorio a presenciar un evento. Liliana estaba ubicada en la primera fila. Por fin, el telón se corrió y apareció el Maestro de Ceremonias. Saludó y comenzó a leer el programa a desarrollarse. Naturalmente, el primer punto fue el Himno Nacional, seguido de las palabras del Director y, luego, las presentaciones artísticas.
Todos los presentes se pusieron de pies, para entonar el Himno, interpretado por la Banda Sinfónica. Unos instantes después, el telón volvió a abrirse para anunciar las palabras del Director del Conservatorio. El elegante Maestro caminó hacia el micrófono y al tomarlo para saludar al público que recorría con la mirada, sus ojos se posaron sobre la joven ubicada al centro de la primera fila: Liliana Villafuerte. Sin saber la razón, su mirada se inquietó un poco y, más aún, cuando se encontró con la mirada de ella. Se miraron por varios segundos sintiendo una atracción inexplicable. La joven abrió sus labios y tomó aire un tanto nerviosa. El hombre dominó su estado de ánimo y continuó con sus palabras.
Al llegar a casa, su madre notó a Liliana muy pensativa.
_Hola, mami.
_Hola, hijita… ¿Pasa algo malo?
_No. Pero me ocurrió algo que no sé cómo explicarlo.
_Empieza por contarme lo ocurrido y trataremos de darle una explicación.
_Como te dije, hoy asistimos a un evento al Conservatorio. Allí conocí al nuevo director. El hecho fue que, apenas subió al escenario, me miró; y, tanto él como yo, nos sobresaltamos. Yo sentí unas cosquillas en el pecho. Fue como si a ese señor lo conociera desde siempre… o, como si hubiera vuelto a ver a una persona querida que no había visto hacía mucho tiempo. Es más, como si me hubiera enamorado de él a primera vista!
_ ¿Enamorado? ¡Estás loca! ¿Y qué edad tiene el señor?
_Ya es completamente adulto. Le calculo alrededor de unos cuarenta años.
_ ¡O sea que tiene más del doble de tu edad!
_ ¡Claro!
_Creo que será mejor que no le cuentes a tu papá.
_Mamá, no es algo que yo quise sentir. Es algo que sentí sin saber el por qué. Además, no es que esté buscando una relación, pero… Cómo te explico… ¡tengo unos deseos de volver a verlo! ¡De que me diga por qué se sobresaltó al verme y por qué yo sentí lo mismo! Claro que no voy a ir a buscarlo ni nada por el estilo.
_Eso está bien pensado. No hay por qué buscarse problemas.
A esa misma hora, el Director Cardona se encontraba en su apartamento tratando de darle explicación a la misma situación.
_ “¿Por qué esa jovencita me impactó casi hasta hacerme perder el control? ¿Dónde he visto esa mirada? ¿La habré conocido en algún lugar? ¡Imposible! Es muy joven para que eso haya ocurrido.
Sin embargo, necesito volver a verla. Saber quién es, cómo se llama; mas, debo actuar con prudencia.
Al día siguiente, buscó un pretexto para asistir a la escuela. Caminó por los pasillos y, de pronto… Allí estaba ella conversando con una amiga. Siguió caminando lentamente. Las dos niñas repararon en su presencia y él, educadamente les hizo un gesto de saludo. Ambas lo saludaron:
_Buenos días.
El, correspondió al saludo, deteniéndose y contestando:
_Señoritas, buenos días! ¿Cómo se encuentran?
_ ¡Muy bien! –Respondió Rosa, la amiga de Liliana-.
_Bien, gracias. ¿Y usted? –Dijo Liliana-
_Bien, bien.
Por coincidencia, uno de los compañeros llamó a Rosa.
_Excusen. –Pidió ella, retirándose-.
_Cuéntame… -Dijo el director en forma tímida- ¿Nos habíamos visto antes?
_No creo, pero ayer… tuve la misma impresión.
_ ¿Cómo te llamas?
_Liliana.
_ ¿Liliana? –Preguntó muy extrañado-
_Si. ¿Por qué?
_Hace algunos años conocí a una mujer llamada igual.
_Señor… me dá mucha pena con usted, pero tengo que irme a clase.
_ ¡Oh, lo siento… pero… ¿podríamos continuar esta conversación?
_ ¡Me encantaría! Hoy termino a las 11 de la mañana.
_Perfecto. Entonces, sugiero que nos encontremos en alguna cafetería que no esté tan cerca a la escuela.
_Estoy totalmente de acuerdo. Y he visto una que está a unas cinco o seis cuadras de aquí en esa dirección –dijo señalando- y cruzando a la izquierda. Se llama “Cafetería El Trigal”.
_La encontraré. Te espero allí.
Cuando Liliana llegó, él ya se encontraba dentro. Al verla, se levantó y retiró la silla.
_Ven, siéntate.
_Gracias.
Después de pedir un café, continuaron su charla.
_Me decía que unos años atrás había conocido a una mujer que tenía mi nombre.
_ ¡Ah, si! Era una mujer muy bella. Nos enamoramos y tuvimos una relación muy hermosa. Nos adorábamos.
_ ¿Terminaron?
_Me la arrebató la muerte. Para mi mala suerte, presentó un tumor cerebral muy difícil de extirpar.
_ ¡Oh! –Exclamó la joven colocándose las manos en las sienes y agachando la cabeza.
_ ¿Te ocurre algo?
_Por un instante sentí que venían a mí ciertas imágenes muy confusas, y pensé que me iba a desmayar. Pero estoy bien. Puede continuar.
_Desde ese entonces me fui a Italia a estudiar música. Nunca pude olvidarla. No he vuelto a enamorarme. Sin embargo… No sé si deba decirte esto… pero ayer… No. No me hagas caso.
_Pero ayer, -dijo ella- en el escenario, me miraste… Perdón, me miró de una manera tal…
_ Puedes tutearme… ¡Y tú hiciste lo mismo!
_Lo sé. Cuando llegué a casa, le conté eso a mi madre. Sentí como si te hubiera conocido en algún lado. Bueno, antes de decirme que no te haga caso, ibas a decirme algo.
_Mira, por favor no vayas a pensar que estoy tratando de cortejarte. Lo que iba a decirte es que, ayer, al mirarte, me invadió un sentimiento que no había vuelto a sentir desde que ella se fue. Y la razón la vengo a comprender en este instante: ¡Tú me miraste como me miraba ella! -Guardó silencio por unos segundos- Ahora, te pregunto: Por qué me miraste así?
_No sé cuál fue la razón; lo cierto es que, cuando te vi, sentí un cosquilleo en el pecho… un halito de felicidad… ¡Como si hubiera visto a mi “príncipe azul”! Perdona que te hable así, pero me inspiras mucha confianza. Tengo la convicción de que nunca procederías mal conmigo.
_Tenlo por seguro… ¡Qué raro! En este momento siento como si estuviera hablando con ella. Y para completar, ¡llevas hasta su nombre!
Se quedaron nuevamente en silencio por unos minutos, cada cual, ensimismado en sus pensamientos. Al fin, él dijo:
_ ¡No te imaginas la alegría que me dá haberte conocido!
_ ¡A mí también me dá mucho gusto! Te digo sinceramente que me quedaría charlando contigo, pero tengo que irme a casa.
_ ¿Podemos ser amigos?
_Por mi parte, ya lo somos.
_Entonces, ¿cuándo podemos encontrarnos?
_Mira, martes y jueves salgo a las once de la mañana. Podría ser pasado mañana.
_De acuerdo. Nos encontramos al frente y vamos en mi carro a otro lugar.
_Listo. –Se levantaron, ella le ofreció la mejilla para que él se despidiera con un beso. Enseguida, tomo sus libros y salió.
Al llegar a casa…
_ ¡Hola, mami!
_ ¡Hola, mi amor! ¿Y esa cara de ponqué?
_Cómo te parece que estuve charlando con el Director. Yo estaba con Rosa, una estudiante, cuando él pasaba por ese lugar y nos saludó muy atento. –Omitió lo del encuentro en la cafetería-. En eso, un compañero llamó a Rosa. Yo me quedé charlando con él. ¡Ah! A propósito quiero saber por qué me colocaron el nombre de Liliana.
_Es una larga historia.
_ ¡Cuéntamela!
_Cuando supimos que serías una niña, decidimos colocarte “Gabriela”. Te esperaba para una semana más tarde, pero te adelantaste. Estando tranquila en casa, colocando flores frescas, se me resbaló el florero y, en el afán de no dejarlo caer, me asusté y empecé a sentir los dolores de parto. Afortunadamente tu papá estaba en casa y llamó una ambulancia. Amenazabas con nacer durante el viaje, pero logramos llegar. Me entraron inmediatamente. Tu padre se quedó charlando con un joven quien, momentos antes, había perdido a su novia. Estaba destrozado. Le preguntó el nombre de ella. Era Liliana. Desde ese momento decidió colocarte ese nombre. No pude hacerlo cambiar de idea. Y, la verdad, a mí también me gustó.
Liliana se quedó callada mirando sin ver, un punto fijo.
_ ¿Te impresionó la historia?
_No sé… tal vez me imaginé la escena tan bien, que me pareció estar viviendo ese momento. ¿Y de qué murió ella?
_De un tumor cerebral.
_ ¡Qué coincidencia! La novia del director se llamaba Liliana y murió de un tumor cerebral… ¿Cómo se llamaba aquel joven?
_Tu padre me lo dijo, pero no lo recuerdo. Pasando a otra cosa, ¡Ten cuidado con charlar muy seguido con ese señor. Tú eres aún… casi una niña! Controla tus sentimientos, por favor.
Ese día, jueves, Liliana se levantó inundada de felicidad. La razón: se encontraría con Johnny. El tiempo de clases le pareció eterno. Por fin, salió. Se dirigió presurosa al lugar de su cita. Unos metros antes de llegar, buscó con la mirada. No había señales de él. Disminuyó el paso mientras su semblante se ensombrecía. Llegó hasta la cafetería y, con disimulo, miró al interior. No había nadie. Se sintió invadida por un sentimiento de tristeza; mas, en ese momento, un automóvil se estacionó unos metros atrás. Por la ventana del conductor apareció una mano haciéndole señas. ¡Era él! Su rostro volvió a iluminarse y caminó hacia allá. La puerta se abrió y él dijo:
_ ¡Sigue!
_ ¡Hola!
_ ¡Qué gusto verte! ¿Cómo estás?
_Bien. Aunque por un momento me sentí triste. Creí que no vendrías.
_Ja, ja. ¡Ven! Vamos a dar una vuelta y buscamos un lugar en donde tomar algo.
_Está bien.
Después de conducir unas cinco cuadras, encontraron un lugar cuyo aviso decía: “Salón de Onces y Cock-tails” y, justo al lado se hallaba el aparcadero. Rato después, estaban degustando un cock-tail muy suave.
_Cuéntame, ¿tienes novio?
_No. Nunca lo he tenido.
_Y ¿me puedes explicar por qué?
_Tal vez, es cierto lo que dicen mis compañeras del bachillerato: soy muy aburrida. No me gusta ir a discotecas, ni fiestas, ni fumar ni mucho menos, tomar. Además, casi no tengo amigos. Nadie busca la amistad de alguien con mi forma de ser.
_Eso no es ser aburrida. Por el contrario quiere decir que eres muy madura. Además, eres muy linda.
_Gracias por elevar mi autoestima. Y a ti… ¿si te gusta bailar y tomar?
_En cuanto al baile, no soy muy hábil; y nunca he sido adicto al licor. De pronto un vino, un cock-tail… pero no más, aunque te confieso que me encanta ver bailar. Me apasiona todo lo relacionado con la música. ¿Te tomas otro cock-tail?
_No, gracias. Es, más, creo que ya debo irme a casa.
_Entonces… nos encontramos el próximo martes?
_No creo que sea buena idea.
_ ¿Por qué?
_Porque… ¡creo que me estoy enamorando de ti!
Johnny se quedó mirándola sin saber qué contestar.
_ ¿Por qué dices eso?
_Porque desde que te vi sentí algo en mi pecho que no había sentido nunca antes. Algo que no se puede explicar con palabras. Un deseo de verte, de hablar contigo. Desde que nos vimos el martes, deseaba que se llegue el jueves para volver a verte. El día de ayer se me hizo eterno. Anoche casi no dormí pensando en que hoy nos encontraríamos, y la verdad no le hallo sentido a mis sentimientos. Es que me parece como si hubiera estado esperando a que llegaras. Pero también sé que ésto es una locura. Yo aún soy una adolescente y tú ya eres un hombre adulto. Creo que lo mejor es no volver a vernos para cortar de una vez con lo que estoy sintiendo.
_Mira, no esperaba que algo así sucediera. Tampoco puedo explicar lo que sentí al verte por primera vez, y te cuento que me siento muy contento de conversar contigo. Me encantaría que pudiéramos seguir siendo amigos. Podríamos tener una amistad muy bonita, sincera, aunque tengamos tanta diferencia de edades. Sin embargo, no puedo ir en contra de tus deseos. Y, como la amistad no se puede obligar…
Al decir ésto, volteó las palmas de las manos hacia arriba como manifestando impotencia. Fue cuando Liliana se dio cuenta del tatuaje que tenía en la muñeca. Inmediatamente abrió sus ojos y le dijo:
_ ¿Qué tienes allí?
_ Es un tatuaje que… -La joven volteó su mano y la colocó junto a la de él. Se extrañó al mirar que los tatuajes de los dos ¡Se complementaban formando un corazón con dos iniciales.
_ ¿Qué significa ésto? ¡Tenemos el mismo tatuaje!
Al mirarlo, el director se quedó tan asombrado como lo estaba Liliana. No tenía palabras que pudieran responder la pregunta de la joven. Al no tener respuesta, ella se levantó y salió corriendo.
_ ¡Espera!
Sin embargo, mientras él cancelaba la cuenta, ella se perdió de su vista. El se quedó petrificado diciendo para sí:
_ “Es ella!
Fue totalmente imposible encontrarla. Tan pronto salió del salón, Liliana había tomado un taxi con dirección a su casa. Al escuchar la puerta, su madre salió a recibirla, mas su hija siguió derecho a su alcoba sin siquiera saludarla.
_ ¡Liliana! ¿Qué te pasa? –La siguió. Al entrar, estaba abrazada a un cojín con los ojos cerrados.
Se sentó a su lado y comenzó a pasarle la mano por los cabellos- A ver, hijita. Cualquiera que sea el problema que tengas, puedes compartirlo conmigo. Cuando se comparten, se vuelven más livianos. Cuéntame. ¿Estuviste hablando con el director?
_ ¡Aha! –Guardó silencio por un instante- El tiene el mismo tatuaje que yo.
_ ¿Tatuaje?
_Si, mamá. Este con el que supuestamente nací.
_ ¡Con el que naciste! O, ¿crees que tu padre o yo te lo mandamos a hacer?
_No! Pero, cómo es que él lo tiene? ¿Quién es ese hombre?
_Hija, acabo de recordar algo que sucedió cuando apenas eras una niñita:
“Estabas jugando con tu papá y fue cuando él te descubrió ese “tatuaje”. Habíamos creído que era algo así como un lunar. Tu papá te dijo:
_ “Déjame ver qué tienes allí”.
Tú le respondiste:
_ “Esa es la inicial de mi novio en la mitad de un corazón”.
_ “¡No me digas que tú tienes novio! Jajaja”. -Se mofó tu padre-.
_ “No, ahora no! ¿No ves que soy pequeñita? ¡Eso fue antes!” -Contestaste tú-.
Liliana miraba perpleja a su madre.
_ ¡No puedo creerlo!
_Así fue. Al mirarlo, pensamos que era un anzuelo. Incluso, te llevamos al médico. El simplemente respondió que había varios casos de niños que nacían con lunares que parecen figuras, con cicatrices… de lo que no se podía dar una explicación.
_Mamá, te acuerdas que una vez te pregunté por qué me colocaron mi nombre?
_Así es, yo te conté la historia. Tú me preguntaste si sabía el nombre del muchacho. No lo sé, aunque hoy si se lo vamos a preguntar a tu padre.
Esa noche, a la hora de la cena, Margarita dijo a su esposo:
Amor, tú te acuerdas el nombre de aquel muchacho al que se le murió la novia cuando yo iba a tener a Liliana?
_ ¡Claro! Se llamaba Johnny. ¿Por qué?
_Porque el Director del conservatorio tiene a su cargo la escuela en donde estudia Liliana, su novia falleció de un tumor en el cerebro y se llamaba Liliana.
_ ¿Y creen que es la misma persona?
_Es posible.
_Oye, mi amor, y te acuerdas cuando Liliana era pequeña que te salió con el cuento de que a ella le habían encontrado un tumor y te indicó en dónde le dolía? –Liliana escuchaba con atención esa anécdota.
-Por supuesto que me acuerdo. Pero es que hay más! El Director Johnny Cardona tiene el mismo tatuaje que tiene Liliana y en el mismo lugar, sólo que con la letra “L”
_ ¡No lo puedo creer! ¡Qué extraña coincidencia!
_ ¿Están diciendo que yo nací un momento después de la muerte de la novia del tal Johnny?
_Si, así fue.
_ ¡Esto es mucho más que una coincidencia! Esto quiere decir que yo soy la reencarnación de la novia de Johnny!
_ ¿Reencarnación? ¡Esas son teorías tontas! ¡Son sólo coincidencias!
Esa noche Liliana no pudo dormir muy bien. Decidió ir, al día siguiente, a buscar a Johnny y contarle lo ocurrido cuando era niña.
Al llegar al Conservatorio, le pidió a la secretaria que le permitiera hablar con el Director. Enseguida fue anunciada.
_Johnny.
_ ¡Liliana! Por favor, cierra y sigue.
Así lo hizo, pero se quedó parada simplemente mirándolo con de tal forma que le decía todo lo que sentía sin abrir la boca. El, se levantó de su sillón y dio la vuelta a su escritorio, para acercarse a ella. Liliana, simplemente se lanzó sobre él, rodeándole el cuello con sus brazos. Sin poder evitarlo, se fundieron en un apasionado beso. Después de un instante, se miraron.
_ ¡Has vuelto, mi amor! -Dijo Johnny-.
_Si. Aquí estoy para ti. No entiendo muy bien qué ocurrió, pero lo que importa es que estamos juntos.
Acto seguido, le relató los acontecimientos ocurridos cuando ella era aún una pequeñita.
_ ¡Cómo me iba a imaginar que tu padre es aquel joven que me prometió colocarte el nombre de Liliana.
La pareja siguió disfrutando de su romance. Sus padres poco a poco fueron tratando de comprender lo ocurrido. Johnny fue reconocido por su padre como el muchacho aquel que la vida los había reunido aquel día en que fallecía Liliana y nacía nuevamente para volver junto a su amado.
FIN
Autor: Hugo Hernán Galeano Realpe. Derechos reservados