La cabaña de la montaña

Jimmy colgó el teléfono después de  despedirse de su novia y se quedó pensativo. Algo no andaba bien. La relación se había tornado un poco fría. Al pensar en que ya llevaban casi cinco años, se planteó una pregunta:

_ “¿Será cierto que el encanto amoroso se acaba a los cinco años?  ¿Será que nos estamos dejando de querer?  Mm… Creo que debo hacer algo. Claudia es una buena mujer. No puedo dejar que lo nuestro se acabe”.

Durante el día pensó mucho en qué hacer para recuperar el amor de su novia. Al fin se le prendió el bombillo y dijo para sí:

_ “¡Claro! ¡Esa es! La próxima es Semana Santa! O sea que se vienen cuatro días festivos.”

Guardó lo que estaba haciendo en el computador y buscó en internet “Alquiler de casas campestres por días». Eligió la que creyó más adecuada. Se puso en contacto con el propietario. Ultimó todos los detalles y realizó el pago con tarjeta. En la mañana fue a recoger las llaves y un pequeño mapa.

Al terminar su jornada de trabajo pasó por su apartamento, se dio un duchazo, se cambió y salió para donde Claudia muy optimista. Quien salió a abrir la puerta fue su “futura suegra”.

_Hola Jimmy. ¿Cómo vas? –Dijo en tono seco y sin invitarlo a pasar-

_Bien, bien. Gracias. Cuénteme una cosa: ¿Claudia está?

_Bueno… está ocupadita… pero ya le aviso. Espera un momento. –Unos minutos después, Claudia apareció en la puerta.

_ Hola. –Dijo extremadamente fría-

_¡Hola, mi amor! –Respondió el muchacho intentando besarla como siempre, beso al cual ella rechazó subiendo el puño a su boca y tosiendo. El beso fue a parar en la mejilla-

_ Disculpa. Estoy un poco agripada.

_No te preocupes. Escucha: ¡Te tengo una sorpresa!

_Cuéntame.

_Mira, no es un secreto que últimamente no hemos estado en la mejor forma en cuanto a nuestra relación. Así que, con el propósito de salir de la rutina, me tomé la libertad de alquilar una hermosa cabaña para que vayamos tú y yo los cuatro días del puente de la próxima semana. ¿Cómo te parece?

_Debiste consultarme antes. Creo que perdiste tu plata.

_¿Qué quieres decir?… Oye, ¿por qué no entramos y lo discutimos en la sala?

_Lo siento… pero… tengo visita. Creo que podemos conversarlo aquí y sin demorarnos. Además… tengo algo que decirte: Como tú dices, no estamos en nuestro mejor momento o, dicho de otra manera, creo que lo nuestro se acabó. Es mejor que terminemos.

_Hay alguien más, ¿cierto? Y es la persona que en este momento está en la sala. ¿Me equivoco?

_No… No te equivocas. Es más, te juro que iba a decírtelo.

_Eso quiere decir que, últimamente has estado jugando conmigo.

_No es así… Escúchame…

_No es necesario. Ve a atenderlo. –Y, girando sobre sus talones, abrió su automóvil y se marchó sin volver la mirada hacia ella ni una sola vez-.

En el camino se decía:

_ “¡Cómo soy de bruto! ¡Y yo echándome la culpa! Era ella la que estaba cambiada; pero como me decía mi papá, “Hay que aceptar los reveces de la vida y seguir adelante”. Eso es lo que voy a hacer”.

El martes en la noche, se dedicó a equipar el carro con todo lo necesario para irse de descanso solo.

A media mañana del miércoles, salía de Bogotá. Unas dos horas más tarde, tomaba la desviación hacia la montaña. La carretera estaba sola y el cielo totalmente encapotado. Parecía que llovería muy fuerte. De pronto, al tomar una curva, alcanzó a mirar una joven parada a la orilla.

Aminoró la marcha. Ella, lo esperaba algo dubitativa. Al fin, decidió levantar la mano un poco. El, paró.

_¡Hola!

_Hola.

_¿Quieres que te lleve a alguna parte?

_Si no es un problema…?

_De ninguna manera. Sube.

_Gracias.

_Mucho gusto. Soy Jimmy.

_Jessika.

_¿Vives por aquí?

_Más allá de la cabaña  que queda junto al lago. –

En eso, gruesas y espaciadas gotas, comenzaron a golpear la cabina del auto cada vez con mayor intensidad.

_Mira de la lavada que te libraste.

_Así es. Y tú, ¿hacia dónde vas?

_Cómo te parece que alquilé una cabaña para venir a pasar estos cuatro días con mi novia.

_Y, ¿la novia?

_Peleamos ayer, me terminó y decidí venir solo. –Tenían que elevar la voz, ya que la lluvia arreció de tal manera, que no permitía escuchar a tono normal-.

_O sea que, si hubieras venido con ella, no me hubieras recogido.

_¿Por qué no? Me imagino que el transporte por acá es escaso.

_Si, sobretodo en estos días.

Jimmy tuvo que disminuir la velocidad casi al máximo, ya que la lluvia no dejaba ver mucho, especialmente en esa carretera destapada y sin señalización.

_No sé cómo voy a llegar a la cabaña, puesto que no puedo orientarme por la lluvia.

_Si me dices a quién pertenece, tal vez pueda ayudarte.

_Creo que le dicen “La cabaña de Don Arnoldo”.

_Y vas a estar solo los cuatro días?

_Por supuesto. No le veo nada de raro. ¿Por qué lo preguntas?

_No… Por… nada.

_¿Me estás ocultando algo?

_No, lo que pasa es que la gente de por aquí es dada a hablar mucho y cree en cosas que los citadinos no creen. Mira! Tienes que cruzar por esa desviación. La cabaña no está muy lejos.

_No estarás pensando que te voy a dejar por aquí. Creo que deberíamos ir hasta allá, esperar a que calme la lluvia, y luego decidiremos qué hacer. ¿Qué dices?

_La idea es buena. Acepto.

Llegaron hasta la el lugar. Jimmy metió el auto bajo un alero pegado a la casa, descendieron y entraron. El joven bajó parte de las provisiones y dijo:

_Te voy a preparar un exquisito café.

_Tan atento! –Mientras la cafetera eléctrica colaba el café, ellos se sentaron en la pequeña sala, comunicada con la  también pequeña cocina tipo americano.

Poco después, el rico aroma del café recién hecho se esparció por el recinto.

_Tú no eres de por aquí, ¿cierto? –Dijo él, alcanzándole una humeante taza.

_Si. Lo que pasa es que hace poco, regresé de Holanda. Estudié por allá.

_¿Y qué estudiaste?

_Algo que ya muy pocos estudian: Ciencias ocultas.

_Vea pues.

En eso, una ráfaga de viento y lluvia, empujó estrepitosamente la puerta. El, se levantó a cerrarla y le colocó el grueso pasador.

_Creo que te figuró quedarte aquí. La lluvia no tiene intención de terminar.

_Estaré aquí un poco más. Cuando lo vea conveniente, me iré sin importar la hora.

Remplazaron el café por licor, aunque ella casi no tomaba. El, encendió un pequeño parlante y le dijo:

_¿Quieres bailar?

_Bueno.

Bailaron muy apretados. Jimmy comenzó a galantearla y ella se mostraba complacida. De pronto, sus bocas se buscaron y se besaron apasionadamente. Siguieron las caricias, y cuando la noche cubrió la cabaña, ellos se fueron a la cama. Se amaron intensamente.

El ruido de la lluvia, el trago y el cansancio, contribuyeron a que se quedaran en silencio. De pronto, la luz se apagó.

_Esto ocurre generalmente cuando llueve. –Explicó ella-

Sin embargo, Jimmy no se dio cuenta del hecho. Se había quedado dormido.

Un momento después, el intenso graznido de un ave, se dejó escuchar, despertando instantáneamente a Jimmy.  La oscuridad era completa, aunque, de cuando en cuando, la habitación se iluminaba por segundos, dependiendo de la intensidad de los rayos.  Lo primero que hizo, fue buscar a su lado a Jessika. No la encontró. En ese instante, con el fulgor de uno de los  rayos, creyó ver cerca de la cama una mujer de blanco con una cara horripilante, mirándolo. Se asustó y se apresuró a buscar a tientas su pantalón. Al tenerlo en sus manos, tomó un encendedor de uno de los bolsillos. Lo encendió y con él en la mano, miró hacia el lugar en donde creyó ver a la mujer: No había nadie; o tal vez, sería Jessika. Se levantó para ubicar la lámpara. Así, con luz, la cabaña daba otro aspecto. Comprobó que no había energía eléctrica. Pensó en la muchacha. Ella había dicho que se iría cuando lo viera conveniente.

_ «¿Estará en el baño?» -Se preguntó, dirigiéndose hacia allá-.

_¡Jessika! –Llamó. No había nadie-.

_ “¡Qué raro!” –Pensó. Miró hacia la puerta: El pasador estaba colocado-. «Entonces, ¿por dónde salió?»

El estómago le hizo recordar que no había comido nada; pero antes, debía encender un candelabro que había llevado, para evitar que la lámpara se agote. Luego se dispuso a preparar algo rápido.

Comió con todo el gusto, aunque, algo le cayó mal y tuvo que ir al inodoro. Todo era un poco estrecho. Al lado, separada sólo por una cortina de plástico, estaba la ducha. En ese momento, estando aún sentado, desde la parte interna de la cortina alguien le pegó muy fuerte en el hombro.

_ “Ja ja. Ahí está Jessika” –Se dijo”. Corrió la cortina sonriente, mas,  la sonrisa se le heló en los labios al descubrir que allí no había nadie-. Cuando terminó su necesidad fisiológica, salió llevando el candelabro.

_ “Esto está poniéndose mal”. –Pensó mientras levantaba la cortina que daba hacia la carretera- Limpió con la mano el vidrio y miró hacia el exterior. La noche era oscura y más aún con la cortina de lluvia que no cesaba. En medio de la oscuridad, creyó ver, a lo lejos, una figura de mujer a la orilla de la carretera.

_ “¿Jessika?” –Se preguntó-.

Llegó a la puerta y la abrió para mirar mejor. No había ninguna mujer. Sólo el batir de unas potentes alas le hizo levantar la mirada. Era de un tamaño enorme. Y, para completar, escuchó claramente que se posaba sobre la cabaña y lanzaba su estridente graznido. Inmediatamente cerró la puerta y le corrió el pasador.  Se sentó en la sala tratando de concluir qué clase de ave pudo ser aquella.

La lluvia arreció mucho más y los rayos se cruzaban unos detrás de otros, iluminando  la ventana  como si fuera una potente luz de neón. En una de esas veces, nuevamente creyó ver la figura de una mujer muy cerca de aquella ventana. No tuvo valor de abrir la puerta. Decidió acostarse. Sintió frío. Tomó su pijama de su morral y se la colocó. Permaneció un rato largo con la gran vela encendida, hasta que el sueño empezó a apoderarse de él. La apagó, dejó la linterna al alcance de su mano y se arrebujó entre las mantas. Quedó en completa oscuridad. No duró ni cinco minutos dormido, cuando el graznido del ave volvió a escucharse. Quizás fue idea suya, pero le pareció que procedía desde adentro de la cabaña.

En ese instante, un fulgurante rayo iluminó por unos segundos el interior, pero bastaron para alcanzar a ver un animal similar a un gran murciélago colgado desde el techo.

_¡Ahh! – Gritó sin poder evitarlo-.

Tomó la linterna y la encendió con rapidez, dirigiéndola al lugar: No había nada.

_ “Serían imaginaciones mías. Tal vez me estoy dejando impresionar por la situación”. –Pensó tratando de llenar sus pulmones-.

_ “Con las cosas que me han pasado aquí, creo que lo mejor es que me vaya mañana. Si, eso haré”.

Volvió a dormirse. Para su fortuna, el sueño que tuvo fue maravilloso y muy claro: Jessika entró en escena. Se paró cerca de su cama y lo miró muy risueña.

_ “¡Jessika!”

Ella, colocando sus manos por detrás de su bata, bajó el cierre permitiendo que ésta resbalara por su cuerpo. Acto seguido, se despojó del resto de sus prendas, quedando totalmente desnuda. Sin desprenderle la mirada, se acercó a la cama y se acostó a su lado. Lo abrazó y le obsequió un apasionado beso. Luego, la escena siguió su frenético desarrollo. El joven experimentó un placer inigualable; tanto, que no le importaba que, durante el acto, le mordiera los labios hasta sentir el sabor de su sangre, ni que le enterrara las uñas por su espalda y brazos. Cuando todo acabó, ella se durmió a su lado, comenzando a roncar como un animal.

El frío de la mañana hizo que Jimmy se despertara. Al abrir los ojos se vio desnudo. Al momento se dio cuenta de que no estaba solo: ¡Jessika dormía junto a él!  Se incorporó sobre los codos.

_ “¡No fue un sueño!” –Dijo para sus adentros-

Fue en ese instante cuando sintió un ardor en la espalda y también en sus brazos. Se miró y trató de palparse: ¡Estaba lleno de cicatrices y moretones!

Nuevamente miró hacia la puerta: El pasador estaba colocado tal como lo había dejado. Entonces…

La joven emitió un sonido, mientras estiraba los brazos desperezándose. Lo miró sonriente:

_ ¡Hola!

_ ¿Cómo entraste?

_ ¿Olvidaste que tú me invitaste a entrar?

_Si, pero luego te fuiste; y no sé por dónde, porque no quitaste el pasador de la puerta. Luego llegas y entras no sé cómo, pues ahí lo veo colocado!

_Estás muy equivocado. Desde que entré, no he vuelto a salir.

_ ¡Digamos, mejor, que estás tratando de confundirme! ¡Aquí está pasando algo raro y vas a tener que explicármelo!

_ ¡La única explicación que puedo darte, es que tú eres y serás mío y sólo mío!

El muchacho analizó la situación por unos segundos y respondió sonriente:

_Por mí, ¡Encantado! Ella abrió los brazos mientras decía:

_ ¡Ven, ámame!

Ya no se escuchaba el golpeteo de la lluvia sobre el tejado. Había cesado. Exhausto y lleno de sudor, Jimmy le dijo:

_Voy a bañarme.

Al contacto con el agua fría, sintió cómo las heridas anteriores y las nuevas, le ardían mucho, aunque decidió no decir nada. Se vistió y regresó a la alcoba.

_Mi amor, mientras te bañas, voy a preparar el desayuno. –Ella saltó de la cama mostrando todo el esplendor de su figura, le rodeó el cuello con sus brazos y le dio un apasionado beso-

Mientras Jessika se metía en el baño, Jimmy salió hasta su carro, abrió la bodega y tomó el botiquín de primeros auxilios. Extrajo unas tijeras y se las colocó en el bolsillo. Luego regresó a la cocina a continuar con la preparación del desayuno.

Rato después, la pareja daba cuenta de las tocinetas, los huevos revueltos y el café que había preparado el muchacho.

_¿Y qué vas a hacer hoy? –Preguntó ella-

_Quiero ir al lago a pescar. ¿Y tú?

_Voy a ir hasta mi casa, pero no demoro.

_Entonces, te espero en el lago. Voy a alistar la caña. Por favor, no tardes mucho en volver.

_No lo haré. –Se levantó, le dio otro beso y salió-.

Una vez solo, Jimmy se dedicó a recoger sus cosas y las metió en su carro. Después, tomando del botiquín el esparadrapo, se dedicó a colocar las tijeras abiertas en ángulo recto y las pegó sobre la capota. Acto seguido, cerró la cabaña y se subió a su vehículo, arrancando a toda marcha. Cuando salió a la carretera, escuchó el rabioso graznido como el que oyera la noche pasada. Dirigió la mirada hacia el “Sun roof”  para descubrir un gigantesco gallinazo que volaba por encima de él. Sin embargo, no se le acercaba. Eso quería decir que el truco de las tijeras abiertas, si servía para ahuyentar a las brujas, puesto que por su comportamiento y los diferentes hechos ocurridos, estaba convencido de que Jessika era una de ellas. Aceleró su carro lo más que podía hasta llegar a la carretera principal; mas, la enorme ave seguía volando por encima de él. Por fin, hacía entrada a la ciudad de Bogotá.

Creyó oportuno ir hasta un centro comercial y meterse en el sótano. Así lo hizo. Luego llamó a uno de sus amigos, a quien le pidió el favor de recogerlo en ese lugar. Salió del vehículo, recogió las tijeras y se situó cerca a la entrada principal de autos, un poco lejos de donde había aparcado el suyo, escondido detrás de una camioneta.

Fue una buena medida, pues un momento después, Jessika caminaba lentamente mirando uno a uno los vehículos. No tardó en encontrarlo y se situó cerca a esperarlo.

Su compañero de trabajo y amigo, entró en el sótano. Ya Jimmy lo había advertido: Mientras tomaba la tarjeta de parqueo, éste se subió en la parte trasera y se recostó a lo largo de la banca y salieron por otra puerta. Luego, durante el viaje a su apartamento le narró lo ocurrido.

_Bueno. ¿Y qué piensas hacer con tu carro?

_Tengo un pariente que tiene una agencia de alquiler de vehículos. Voy a ir a visitarlo en unos minutos, y le pediré el favor de recogerlo y llevarlo a su empresa. Así, si ella lo sigue, creerá que mi carro es alquilado.

_Para estar más seguros, deberías darme la dirección de tu pariente y yo voy a entregarle las llaves y la tarjeta de parqueo del centro comercial.

_No sabes el gran favor que me haces. Aquí está todo lo necesario. Entonces déjame aquí y yo tomo un taxi. Una vez en su apartamento, la tranquilidad lo hizo sentirse feliz. Oara su fortuna, no volvió a saber nada de Jessika.

FIN

Autor: Hugo Hernán galeano Realpe. Derechos reservados