Gimnasio multifuerza 1

Libardo, un joven de 16 años de edad, caminaba hacia su casa después de haber salido de estudiar. Andaba relajado, sin prisa, puesto que era viernes y al día siguiente no tendría que madrugar. De pronto, alguien lo agarró del brazo al tiempo que decía:

_¡Libardo! –El joven levantó la mirada-

_¡Pablo! ¡Qué sorpresa, primo!

_Lo mismo digo yo. Hace mucho tiempo que no nos vemos.

_Tanto, que tú estás muy cambiado. ¡Pareces Mr. Universo! ¡Mira qué musculatura!

_Ja ja ja. Estoy dedicado al fisiculturismo y al boxeo, y me cuido mucho. Por qué no vas mañana a la casa? Quiero que conozcas mi gimnasio. A lo mejor te animas y empiezas a entrenar conmigo.

_Por supuesto. Te caigo en la tarde.

_Bueno, entonces, te espero. Hasta mañana. –Dijo estirándole la mano-

_Allí estaré. Chao.

Pablo era dos años mayor que Libardo, aunque siempre fueron muy buenos amigos cuando niños. Ahora, cursaba el último año de la secundaria.

 A partir del día siguiente, la vida de Libardo cambió. Al ver la musculatura de su primo, quiso ser como él, y empezó a entrenar en su gimnasio.

 Un día, después de terminar con su rutina de ejercicios y de haber boxeado un poco, Pablo le dijo:

_Tengo dos cosas para contarte: Una, que fui aceptado en la Escuela de Oficiales “José María Córdoba” en Bogotá. Quiero ser oficial del ejército.

_Eso quiere decir que te irás pronto.

_Así es. Y la otra, que voy a regalarte mi gimnasio multifuerza y los guantes de boxeo.

_Primo, ¡te agradezco mucho! Pero no te imaginas lo que te voy a extrañar.

Libardo trasteó el aparato multifuerza a su casa y lo ubicó en su espaciosa alcoba. Allí organizó su cama, su escritorio y su gimnasio, colgó en una esquina los dos pares de guantes y continuó su entrenamiento, lo que ya daba muy buenos resultados en su estructura física y su salud, y así se lo hizo saber su orgullosa madre.

 Ella, todos los días, ordenaba la casa y, por supuesto, daba el retoque a la alcoba de Libardo. En cierta ocasión estaba dedicada a esa tarea, extendiendo un poco más el cubrelecho, cuando sintió que algo le golpeaba la espalda. Se encogió con sobresalto y volteó a mirar: Uno de los guantes de boxeo estaba caído en el piso. Inmediatamente pensó:

_ “¿De dónde pudo haber caído, cuando los otros están colgados al otro extremo de la alcoba?”

Se agachó a recogerlo y se dirigió a colgarlo al lugar correspondiente. Lo más extraño fue que, antes de cruzar la puerta, se repitió el golpe, pero esta vez fueron dos guantes los que la golpearon: uno en la cabeza y otro en la espalda. Lógicamente los golpes no fueron para nada contundentes, pero la extrañeza del hecho, la asustó. No había manera lógica de pensar que los dos se desprendieran de la pared y cruzaran la alcoba, sin que alguien los hubiera lanzado. El caso es que ella se encontraba sola en toda la casa. Sintió un estremecimiento que la obligó a salir de allí en el acto, sin tener el ánimo de recogerlos. De todas maneras, decidió no comentar el hecho con su hijo

Esa noche, Libardo se despidió temprano y entró a su alcoba. Pocos minutos después, apagó la luz.

_ “Parece que esta noche no va a entrenar” –Pensó su madre, y se dispuso a dormir-

 Ya bien avanzada la noche, el choque que producían las plaquetas y las guayas del multifuerza al ser accionado, la despertó. El sueño le impidió levantarse y decidió esperar hasta que amaneciera, para conversar el asunto con su hijo y sugerirle que no entrenara a esas horas. Nuevamente se durmió.

En la mañana siguiente, Libardo entró a la cocina, saludó a su madre de beso y se sentó en el comedor auxiliar con el fin de desayunar. Cuando ya ambos se encontraban degustando el alimento, ella le preguntó:

_Hijo, ¿Por qué te levantaste a entrenar tan de noche?

_No, mami, anoche no entrené. Yo entreno tres días a la semana, dejando uno de por medio entre cada sesión.

_Sin embargo, te cuento que me despertó el ruido de las pesas.

_Imposible. Te digo que no me tocaba entrenar. Ni ayer, ni mañana. Hoy, si.

_Entonces, tal vez, lo soñé. Esta noche te acompaño para hacer yo también un poco de ejercicio suave.

_Bueno, mami.

Entrenaron juntos; al terminar, Se despidieron para ir a bañarse y luego a dormir.

Nuevamente, después de la media noche, el ruido del multifuerza hizo que la joven madre se despertara. Escuchó por un momento hasta estar segura, encendió la luz y se levantó para ir hasta la alcoba de su hijo.  Empujó suavemente la puerta. Dentro,  su hijo dormía plácidamente. Pero había un personaje más sentado en el banco del gimnasio. Le llamó mucho la atención la falta definición o de claridad del personaje, puesto que la luz de su alcoba, entraba a la de su hijo de forma suficiente. Pero, además, era algo transparente. Podía verse a través de él, las pesas que subían y bajaban. En ese instante, giró la cabeza hacia ella. descubrió que era…

_¡Pablo! –Exclamó. Este se levantó, la miró y comenzó a difuminarse más y más, hasta que desapareció.

Ella corrió hasta su alcoba y se metió en su cama. Estaba muy agitada. No hallaba qué pensar. No se atrevió a apagar la luz y esperó despierta hasta el amanecer. Sospechó lo que estaba sucediendo.

Cuando ya su hijo se  hubo marchado al colegio, ella fue a visitar a los padres de Pablo. El padre era su cuñado. Llamó a la puerta. La madre salió vestida de negro. Se abrazaron.

_¿Qué pasó?

_La guerrilla mató a mi hijo. –Respondió-. Aún no se había graduado. Lanzaron una granada al batallón.

Rato después, se despidió y siguió a su casa a esperar a su hijo. No sabía aún cómo iba a darle la noticia. Al escuchar la llave en la cerradura, salió.

_Hola, mami. -Dijo con tono preocupado-.

_Hola, hijo. ¿Te pasa algo?

_Si. Me está pasando una cosa muy rara. Desde antes de ayer siento como si una persona me estuviera siguiendo o caminara detrás de mí. Volteo a mirar y no hay nadie. Pero la sensación es bastante fuerte.

_Hijo, debe ser tu primo Pablo quien te está acompañando.

_¿Por qué me dices eso?

_Porque, desafortunadamente, Pablo, murió. Parece que la guerrilla lanzó una granada dentro del batallón.

 FIN

 Autor: Hugo Hernán Galeano Realpe. Derechos reservados.