La profesión que me tocó elegir como segunda opción, puesto que la primera nunca se me dio, fue la de docente.

En uno de tantos colegios en los que presté mis servicios, sucedió la historia que voy a relatar, una de las que me motivaron a sacar a la luz este escrito, y que puede ser similar a la tuya, amigo o amiga lector(a).

Un día cualquiera me disponía a ocupar mi hora libre calificando un montón de evaluaciones que debía entregar al siguiente día; mas, al entrar en la sala de profesores, alcancé a escuchar unos desgarradores sollozos. Me detuve en la puerta dudando de si entrar o no. La afligida persona era una de las compañeras, la única a esa hora en la sala y con la que nunca había entablado conversación alguna; escasamente el saludo. Es más: confieso que hasta ahora me había parecido engreída. Después de un corto debate interior decidí ir a mi escritorio caminando con “pies de gato” para no incomodar a aquella colega. Estoy seguro de que no hice ningún ruido que pudiera delatar mi presencia, inclusive cuando levanté la silla y la arrastré para sentarme; pero cuando comenzaba a leer la primera evaluación, pude darme cuenta de que la mujer abría su bolso y sacaba un pañuelo para luego sonarse y secarse las lágrimas. Enseguida giró hacia mí y con timidez me saludó con un “hola”.
_Hola! –respondí tratando de darle a entender que no había visto ni escuchado nada; pero, para mi asombro, dijo:
_Te estaba esperando.
_ A mí?
_Si. Necesito hablar urgentemente contigo. A pesar de no haber tenido ocasión de conversar, me inspiras una gran confianza y no sé por qué, pero sé que me puedes ayudar. –Se acercó hasta mí y se sentó en el escritorio contiguo-
_Si así lo crees, cuenta conmigo. Qué puedo hacer por ti?
_Quiero que me aconsejes. Y para eso, debo contarte lo que me sucede.
_Dime.

_Tengo… bueno… no sé si decir “tengo” o “tuve” un novio desde hace algo así como cinco años. Lo adoro. Al poco tiempo de haber comenzado nuestra relación, me le entregué en cuerpo y alma. El significa todo para mí. Me he dedicado a complacer todos sus caprichos, a satisfacer todos sus deseos aún a costa de los míos; mi mundo gira en torno a él. Siento que sin él no soy nada.
_Y él? Hace lo mismo contigo?
_ Bueno… digamos que, al comienzo, si, aunque no en la misma intensidad; pero con el paso del tiempo siento que las cosas han cambiado mucho. Se irrita por cualquier cosa, peleamos a menudo, me hace desplantes, me incumple… Bueno! Me da la impresión de que su amor no es el mismo.
_Eh… permíteme que te interrumpa. En eso tienes toda la razón. Es un error pensar que el amor debe permanecer igual, como en el primer día, en una pareja que ha compartido algún tiempo. Pero sigue.
_Por qué no me explicas lo que acabas de decir?
_No todavía. Quieres continuar?
_Decía que… bueno que ya no me ama. Anoche lo invité a comer. Me esforcé en preparar su plato favorito; sin embargo esperé y esperé y cuando entendí que no vendría, lo llamé para averiguar qué había pasado y él, con todo el desparpajo, me pidió que lo espere. Cuando llegó a mi apartamento por supuesto le reclamé por el incumplimiento y me confesó que se le había olvidado. Discutimos y fue para peor, pues me dijo que lo mejor era que termináramos. Me quedé muda por varios minutos. Luego le pregunté la razón. La respuesta fue: “Mira, lo siento mucho; todo lo que ocurrió entre nosotros fue muy bonito, pero ya pasó. Ya no te amo como antes”.

Yo me puse histérica. Se despidió pidiéndome que no lo buscara, que la verdad, no quería nada conmigo.
_Cuánto lo siento. Te dijo las mismas palabras que se dicen cuando se quiere romper con una relación larga.
_Como comprenderás, estoy desesperada! No sé qué hacer! Quiero morirme! –El llanto se apoderó de la despechada mujer. Se acercó a mí diciendo: _Ayúdame por favor!
_Claro que te voy a ayudar! Pero, para poder hacerlo, debes estar dispuesta a ayudarte TU misma.

Su estado anímico despertó en mí una ternura paternal combinada con un sentimiento fraternal. _Ven! –La estreché en mis brazos con toda sinceridad permitiendo que su cabeza se reclinara en mi pecho mientras le pasaba mis dedos por sus cabellos-.
_Llora. Desahógate. Hiciste muy bien en buscarme. Las penas son menores cuando se las comparte. Quiero decirte que puedes confiar en mí. Vamos a conversar mucho sobre tu situación. Te aseguro que vamos a encontrar la solución.–Permaneció así por un rato, y poco a poco se fue calmando. Nos sentamos-.
– Algunas veces te voy a parecer muy rudo en mis opiniones, pero lo que te diga será por tu bien. En primer lugar, si quieres comenzar a dejar de sufrir, vas a tener que asimilar que ese amor se terminó. Este es el primer paso. Una vez que se acepta y se asimila que ya no eres el dueño o la dueña del cariño de quien fue tu pareja, el sufrimiento es menos intenso. Además, todo lo que tenemos en la vida, es prestado, y algún día hay que devolverlo.
_Lo dices de una forma tal que todo lo haces ver muy fácil.
_Eso depende de uno mismo. De la autoestima que cada cual tenga. Dicho de otra manera, de cuánto te ames, te valores y de cuán grande sea tu dignidad. Ten presente que El amor no se debe mendigar. Si tu pareja te dice o te hace ver que ya no te ama, sería muy triste pretender que se quede a tu lado sólo por pesar. Aceptar ese hecho demostraría una falta enorme de amor propio.
_Pero la falta que te hace, todos los instantes compartidos, tantos besos, tantas caricias, tantas palabras hermosas, y tantas promesas van a irse al cesto de la basura?
_No. Van a ocupar un lugar muy especial en tu memoria. Con el paso del tiempo, esos recuerdos te llenarán primero, de dolor; luego de nostalgia. Dejarán de causarte sufrimiento y posteriormente, verás cómo te traerán alegría. El tiempo es el mejor bálsamo: Cura todas las heridas.
_Nunca has sufrido por amor?
_Por supuesto que si. Mira, cuando uno ha pasado algún tiempo junto a otra persona y por algún motivo se aleja de ti, echa de menos su presencia, siente un vacío puesto que los seres humanos somos animales de costumbre. Sin embargo hay que tener presente que la vida sigue. Claro que he soportado esos estados que te menciono, y no sólo una vez; sobre todo en la primera ocasión; pero he gozado de buena fuerza de voluntad; más fuerte que el deseo de derrumbarme y de quedar frente a los demás como un ser digno de lástima. He visto parejas supremamente enamoradas que con el paso del tiempo dejan de quererse. Y también he pasado mis propias experiencias. Así aprendí la lección que estoy compartiendo contigo. Cuando nos volvamos a encontrar, te platicaré sobre algunas de ellas. Mientras eso ocurre, recuerda ésto: La idea que tienes en este momento respecto a que te será imposible dejarlo de amar, es falsa. Ya verás que con el paso del tiempo esta pena tan desgarradora que sientes en este momento, pasará a ser un recuerdo. Comprobarás que luego te reirás de esta actitud de ahora o te autocriticarás. No es cierto que “en la vida se ama sólo una vez”. Tampoco es cierto que el amor es “sólo flor de un día”. –En ese instante se dejó escuchar el timbre que indicaba el cambio de clase- Tengo que dejarte. Si lo deseas podemos encontrarnos cuando termine la jornada o cuando gustes.
_No sabes cuánto me ha servido esta conversación. Te confieso que me siento más tranquila. Qué pena haberte quitado tiempo.
_Te lo dije: Ahora te llevas sólo la mitad de tu carga. La otra me la dejaste a mí. Mas la voy a soportar con gusto. –la vi sonreír-.

Al finalizar la jornada estaba esperándome en la puerta. Al mirarme, se acercó.
_Hola! Tienes afán?
_No, en absoluto.
_Entonces te invito a mi casa. Mientras charlamos, te preparo unas ricas onces.
_Listo!
Poco más tarde me hallaba cómodamente sentado en la diminuta cocina de su apartamento.
_Oye: por qué me dijiste que era un gran error pensar que el amor debía permanecer como en el primer día?
_Porque el amor se parece a cualquier ser vivo: Primero nace, crece (para esto debe alimentarse), cambia de forma y luego, en un inmenso número de casos, muere. Es voluntarioso, no admite que lo obliguen, desconoce normas, leyes, clases sociales, edades, estados maritales, religiosos e inclusive sexo. De allí que es imposible obligar a alguien a amar. Es un sentimiento que nace libremente. Cuando una persona deja de amar, no hay nada qué hacer. Puede obligarse de algún modo a que siga a nuestro lado, pero no estará satisfecha y menos, feliz. Estará a disgusto, como un animalito privado de su libertad y, así, nada funciona como debiera funcionar.

Hay quienes utilizan el chantaje como éste: No me dejes! Si lo haces, me mato. U otro más suave: Por favor! No me dejes. Mira, haré lo que me pidas! Ten piedad de mí! Etc. Si se queda contigo por compasión, puede ocurrir que se aproveche de ti, que seas presa fácil de chantajes, de mal trato, de humillaciones, que te extorsione; en resumen, que te convierta en un títere, … Y tú, pierdes tu dignidad, te avergüenzas contigo mismo/a, pierdes tu autoestima. Ahora dime: el amor que deseas de aquella persona vale tanto como para que te resignes a aceptar todo esto? Por otra parte, crees que sería un amor verdadero?
_Tienes razón; pero no creo que sea fácil acostumbrarse a no tener su presencia, a no mirarse en sus ojos…
_Lo dices en este momento. No digo que sea fácil; sin embargo nadie es irremplazable en este mundo. Estoy seguro de que vendrá alguien que te brinde lo que ya esta persona no desea o no le nace hacerlo.
_De todas maneras me va a hacer mucha falta.
_Y por qué crees que necesitamos un amor? Pues porque necesitamos sentirnos importantes para alguien. Compartir nuestros sentimientos de tristeza, alegría. Dar y recibir compañía. Saber que uno no está solo. Y la falta que al comienzo te va a hacer, se puede compensar de otra manera… hasta que llegue un nuevo amor.
_Y cuál es “esa otra manera”?
_En primera instancia, rodearse de amigos. Compartir con ellos; volver a los familiares, adquirir nuevas costumbres: Pasear por el campo, contemplar atardeceres, disfrutar de la naturaleza, los parques, el cine, los libros, una mascota. Los humanos tenemos la necesidad de dar amor. Cuando menos lo pienses, tu corazón se irá llenando de nuevos sentimientos. El hecho de que un amor se aleje, no quiere decir que se acabe la vida. Se puede vivir sin amor, sin esa clase de amor.
_Me cuesta trabajo pensar que tengo que olvidarme de él! No sé si lo podré lograr!
_Hay personas que se rehúsan a olvidar un amor y sabes por qué?
_Dímelo tú.
_Por costumbre, por el deseo de no perder, por un orgullo mal fundamentado, por el qué dirán. Te decía que el amor nace, se alimenta de besos, caricias, sexo; si se reproduce, poco a poco se transforma en cariño. Si no se reproduce, se harta de comer tanto y como no tiene más expectativas, se muere. Según estudios científicos, el amor apasionado y correspondido tiene un límite de duración entre tres y cinco años.
_Entonces crees que me vuelva a enamorar?
_Estoy seguro de ello. Y no una vez más; otras veces más. En cuanto aceptes que ya tu relación con aquella persona se terminó, estás abriendo campo en tu corazón para que entre uno nuevo. Y te sentirás feliz de disfrutar de ese sentimiento que vuelve a nacer en ti. Haz escuchado hablar de la famosa “Química del amor?”
_Si, por supuesto.
_ Pues te cuento que está mal llamada Química. Se debe llamarla “Aritmética del Amor”
_Y por qué?
_Mira, nuestro cerebro es el computador o la computadora más extraordinaria que existe. Cuando miras a una persona de diferente sexo al tuyo, el cerebro comienza a efectuar una suma y al mismo tiempo una división de características. Si el resultado es convincente, comienza por allí la atracción física. Por ejemplo: Si tú tienes una nariz “respingada” y la otra persona una nariz con una “curva” hacia afuera, el resultado de sumar y dividir las dos, sería una nariz recta. La suma se hace teniendo en cuenta la procreación de un hijo. Ese hijo nacería con la nariz recta. De ahí que en muchas ocasiones nos admiramos de ver una hermosa mujer tomada del brazo de un hombre supremamente “feo”.
_Ja ja j aja. Eso es cierto. Mira, una pregunta: En el amor, sólo las mujeres sufren?
_No. Los hombres también sufrimos. Lo que sucede es que el dolor no se manifiesta de igual manera. Desafortunadamente, en las parejas se dice que hay una que quiere más. Y que más sufre quien más ama. También se dice, y yo lo creo así, que nunca hay que manifestar completamente los sentimientos. Hay que dosificar la medida. De lo contrario, la “contraparte” puede aprovecharse de ello. Es decir, hay que evitar el ser “intenso”, demasiado “meloso”. Hasta el plato más delicioso, comido con exageración, cansa y aburre. En resumen, “Ni mucho que queme al santo, ni poco que no lo alumbre”. No hay que exagerar en dar amor, ni en dar regalos, ni en detalles, ni en caricias. Todo en su medida perfecta.
_Por qué se acaba el amor?
_Las causas para que el amor se muera son: El tedio, la monotonía, el desinterés, la rutina, los celos, la falta de respetar el espacio del otro y el mayor enemigo: el control.
_Mira, me dejaste tan instruída, que siento que ya no voy a sufrir más. Voy a tomar las cosas con calma, voy a seguir tus consejos.
_Pues me alegro de haber servido de ayuda. Cuenta conmigo para lo que quieras. Gracias por tus deliciosas “onces”.

Autor: Hugo Hernán Galeano Realpe. Derechos reservados.